Los relicarios de metal son custodias, estuches o cajas, de las formas más diferentes, que sirven para guardar las reliquias y los restos mortales de los santos, como fragmentos de huesos u otras partes del cuerpo. La palabra “relicario” viene del latín “reliquiae”, o sea “resto” Los relicarios de metal puede contener, por otro lado, también objetos pertenecidos a los santos o utilizados por ellos.
En ambos los casos, los relicarios son objetos preciosos y muy importantes, expuestos siempre o en ocasiones especiales para que los fieles puedan rezar al santo. Se llevan también en procesión, entre cantos y oraciones.
Por esta razón los relicarios de metal, antes simple cajas de madera, empezaron a ser realizados con materiales preciosos y decorados con técnicas artísticas de altísima calidad.
Los relicarios de metal de la antigüedad tenían a menudo forma de cruz, o de la parte del cuerpo del santo cuya reliquia guardaban al interior (por ejemplo, forma de mano, de calavera, de pie, de brazo…).
Durante la Baja Edad Media, se empezó realizar relicarios de metal con una parte de cristal o vidrio para que los fieles pudieran ver el contenido. De esta manera aumentaron mucho los casos de intensa devoción, hasta despertar fuertes represiones por parte de los luteranos, que consideraban la devoción a los relicarios una forma de idolatría.
En algunas iglesias las reliquias eran tan numerosas que necesitaban la preparación de locales asignados, las capillas de las reliquias, sobre las paredes de las cuales había tecas llenas de reliquias de cualquier tipo. En el periodo barroco las reliquias de metal tomaron la forma de ostensorios, parecidos al ostensorio eucarístico, y hoy también es el modelo más utilizado, aunque el culto de las reliquias sea un poco menos fuerte respecto al pasado.