Entre todos los accesorios de liturgia, las velas de altar juegan un papel fundamental. Desde niños somos invitados a encender una vela en la iglesia, un gesto simbólico que, al principio, parece casi un juego, pero que tiene en sí mismo un valor simbólico muy fuerte.
El significado de las velas de altar es el mismo significado de la Luz. Cuando Dios creó el mundo, la primera cosa que creó fue la Luz. La Luz de Dios ilumina nuestra vida desde el Bautismo, resplandeciendo en nuestro camino con Jesús y proporcionándonos un punto de referencia seguro y un faro en la oscuridad. En cada momento de nuestra vida espiritual, en cada celebración litúrgica, las velas de altar traen la luz, disipan las tinieblas y nos recuerdan, con su calor y belleza, la magnificencia y el esplendor del amor de Dios.
Cada vela de altar tiene así un significado particular y un valor muy fuerte. Todas las luces de la iglesia, pequeñas y grandes, son reunidas para iluminar la más oscura de las noches, para vencer a la muerte, así como todos los cristianos se reúnen en la oración y en el amor de Dios para formar un único corazón lleno de inmensa felicidad.
Todas juntas, las velas de altar abren el camino hacia la Salvación y guían el fiel, paso a paso a través de la noche, hasta el nuevo, brillante día.