El Consistorio es una reunión de cardenales reunidos en torno al Papa para tomar decisiones importantes. Pero ¿cómo ha evolucionado en la historia y cómo se llega a ser cardenal?
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La palabra Consistorio deriva del latín consistorium y ya se utilizaba en la antigua Roma para identificar el consejo privado del emperador, compuesto por sus colaboradores más cercanos, y denominado sacrum consistorium «sacro colegio». La Iglesia Católica adoptó el concepto de Consistorio para definir una reunión formal del Colegio Cardenalicio, es decir, el conjunto de los cardenales de la Iglesia Católica, compuesto por cardenales electores y no electores. El Consistorio es un momento importante para la Iglesia: es la ocasión de tomar decisiones importantes, en primer lugar la elección de nuevos cardenales, pero también una ocasión para dialogar y debatir sobre cuestiones de importancia global. En el Consistorio también se discuten las causas de canonización. Los cardenales que deben elegir al nuevo Papa, en cambio, se reúnen en el cónclave.
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En la época medieval, los Consistorios eran muy frecuentes. El Papa los convocaba cada vez que había que tomar una decisión importante, para poder discutirla con los cardenales, al igual que hacía el emperador con su sacro colegio. Hay que tener en cuenta que, en aquel periodo histórico, el Pontífice detentaba tanto el poder espiritual como el temporal. Inocencio III, Papa entre 1198 y 1216, ¡convocaba el Consistorio al menos tres veces por semana!
Posteriormente, alrededor del siglo XVI, fueron promovidas las Congregaciones Romanas, a instancias de Sixto V, como parte de un proyecto más amplio de reestructuración de la Curia. Se trataba de una división de los cardenales en dicasterios seleccionados para ayudar al Pontífice en diferentes aspectos del gobierno y la gestión espiritual. La Iglesia estaba atravesando un periodo turbulento. Primero el Cisma de Occidente y después la Reforma protestante habían minado su autoridad y cuestionado su poder. Fue precisamente para consolidar su propio papel que el Papa estableció la creación de dicasterios para gestionar los asuntos administrativos, y para ello se apoyó en el colegio cardenalicio. Concebidas inicialmente con una duración temporal, las Congregaciones se convirtieron más tarde en permanentes, siempre gestionadas y controladas directamente por el Papa.
Fue con la reforma de Pablo VI en 1969 cuando el Consistorio se convirtió en la ocasión para la elección de nuevos cardenales, invistiendo a la reunión de una nueva sacralidad y transformándola de una ocasión ‘política’ en un rito litúrgico. Hasta el Concilio Vaticano II, la elección de nuevos cardenales implicaba a tres consistorios diferentes: el secreto, en el que el Papa enumeraba los nombres de los recién elegidos; el público, durante el cual se les entregaba la birreta con la que se les confería el título cardenalicio; y finalmente la imposición del galero o capelo, el sombrero cardenalicio.
Benedicto XVI compartió su Pontificado con los cardenales convocando un Consistorio cada vez que tenía que tomar decisiones importantes, entre ellas su renuncia al Solio pontificio.
¿Qué se entiende por Consistorio?
La palabra consistorio significa asamblea, consejo. En latín consistĕre significa «estar de pie», y eso era exactamente lo que hacían los miembros del sacro colegio en presencia del emperador, que estaba sentado en el trono.
Consistorios ordinarios y extraordinarios
Según que el consistorio prevea la presencia sólo de los cardenales residentes en Roma o de todos, se distingue entre consistorios ordinarios y extraordinarios. Esta división existe desde 1983, establecida por el nuevo Código de Derecho Canónico. Antes, los consistorios podían ser secretos, públicos o semipúblicos. El Papa convoca el Consistorio extraordinario, que incluye la presencia de todos los cardenales, sólo en ocasiones especiales, mientras que el Consistorio ordinario, también público, abierto a otros ministros e incluso a los laicos, es más frecuente, y sirve al Pontífice para evaluar asuntos más ordinarios o proclamar actos de solemnidad, como una canonización confirmada.
¿Quién puede ser nombrado Cardenal?
El Consistorio está formado, por tanto, por los cardenales, los miembros más altos de la jerarquía católica, sólo superados por el Papa, que tiene el poder de nombrarlos. A su vez, son precisamente los cardenales quienes eligen al nuevo Papa, después de la muerte del anterior. Es un cargo regulado por el Derecho Canónico, no considerado de origen divino. Los cardenales también ocupan los cargos más importantes dentro de la Curia romana.
En el pasado, la elección de un cardenal estaba vinculada al grado de ordenación. Así, había cardenales diáconos, cardenales presbíteros y cardenales obispos. En la Edad Media y hasta 1903, por tradición los cardenales debían ser de extracción social noble o burguesa. El Papa León XIII decretó que cualquiera podía aspirar al cargo independientemente de su clase social.
Fue el Papa Juan XXIII en 1962 quien decidió que para ser elegidos cardenales había que ser primero también consagrados obispos. En la práctica, para ser elegido cardenal, primero hay que haber sido obispo y haber ocupado cargos inferiores durante un periodo de al menos 10 años. También puede haber Cardenales Diáconos, oficiales de la Curia Romana o sacerdotes creados cardenales a una edad muy avanzada, o Cardenales Presbíteros, antaño encargados del cuidado de las Iglesias más antiguas de Roma.
Gracias a dispensas extraordinarias, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco eligieron a algunos sacerdotes para el cardenalato sin consagrarlos antes obispos. Además, Juan XXII privó a los cardenales de cualquier potestad de gobierno sobre la iglesia o diócesis a ellos asignada, tanto en lo que se refiere a la administración de los bienes como a la disciplina. Estas tareas se confían a los párrocos y a los obispos diocesanos.
¿Pero cuál es la diferencia entre obispo y cardenal? Como hemos visto, un cardenal debe necesariamente haber sido primero obispo, mientras que no todos los obispos llegan a ser cardenales. Los obispos visten de púrpura y se llaman “Monseñores”, los cardenales visten de rojo púrpura y se llaman “Eminencias”. Aún hoy, el cardenal es una especie de funcionario eclesiástico, asesor del Papa, mientras que el obispo se dedica a la vida pastoral y a la diócesis que le ha sido confiada.
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