El proceso de Jesús, narrado en los Evangelios del Nuevo Testamento, es uno de los acontecimientos centrales del cristianismo.
Índice
El Proceso de Jesús representa uno de los primeros y dramáticos actos de Su Pasión y abre trágicamente la última parte de la Semana Santa.
La Semana Santa es un periodo de profunda reflexión y espiritualidad para los cristianos de todo el mundo, quizá el más importante del Año Litúrgico. Conmemora los acontecimientos culminantes de la vida de Jesucristo antes de Su muerte y resurrección. En particular, el Triduo Pascual, el tiempo transcurrido entre la noche del Jueves Santo, cuando se celebró la Última Cena, y el Domingo de Resurrección, concentra los ritos más importantes de la Semana Santa. Son los días de la Pasión de Jesús, los últimos de Su vida en la Tierra, considerados el corazón del cristianismo, porque representan el sacrificio supremo que Él hizo por el perdón de los pecados y la salvación de la humanidad.
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La secuencia de acontecimientos durante la Semana Santa comienza con el Jueves Santo, que celebra la Última Cena de Jesús con sus apóstoles. Durante esta cena, Jesús instituye la Eucaristía y el Sacramento del Orden, y predice la traición de Judas y la suya propia por parte de los demás apóstoles. Es también la ocasión en que Jesús realiza el humilde acto de lavar los pies a Sus discípulos, enseñándoles la importancia del servicio y la humildad.
Sigue el Viernes Santo, día de la Pasión y muerte de Jesús en la Cruz. Es el día en que Jesús es encarcelado en Getsemaní, llevado ante varios tribunales y condenado a muerte por crucifixión. Jesús sufre torturas físicas y humillaciones antes de ser crucificado en el Monte Calvario, donde ofrece Su vida como sacrificio por la humanidad. Su muerte en la Cruz se considera la culminación de Su misión terrenal, a través de la cual se cumple el plan divino de la Redención.
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Es en el proceso de Jesús en el que queremos centrarnos, que en la Pasión de Jesús relatada en los cuatro evangelios canónicos aparece siempre, aunque con algunas variaciones.
Siempre debemos considerar que los relatos de los Evangelistas ofrecen perspectivas diferentes, especialmente sobre los acontecimientos que tuvieron lugar durante los últimos días de la vida terrena de Jesús. Son las únicas fuentes históricas de que disponemos para reconstruir esos acontecimientos, pero debemos filtrar la información, comprender cuáles son históricamente fiables y cuáles deben leerse como interpretaciones teológicas posteriores. Es posible que los primeros cristianos, al formular sus textos sagrados, tuvieran interés en mitigar la responsabilidad de figuras romanas como Pilatos en la condena de Cristo, ya que el Imperio Romano ostentaba el poder político predominante en aquella época. Al mismo tiempo, hubo una tendencia a enfatizar la responsabilidad de los judíos en la detención y la condena, reflejando las tensiones entre las primeras comunidades cristianas y judías. Estas tensiones llevaron al antisemitismo y la persecución contra los judíos, considerados durante siglos responsables de la muerte de Jesús y, por tanto, objeto de discriminación y violencia.
Sólo con el Concilio Vaticano II se reconoció la inocencia del pueblo judío en la condena de Jesús, que Dios quiso como pieza fundamental en su plan de Redención.
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Última Cena y detención de Jesús
He aquí un resumen de los acontecimientos que condujeron al proceso más decisivo de la historia de la humanidad.
El Jueves por la noche, Jesús comió Su última cena en compañía de sus amigos más íntimos, los Apóstoles. Tras lo que pasaría a la historia como la Última Cena, fue encarcelado mientras oraba en el huerto de Getsemaní, en las afueras de Jerusalén. A conducir a los soldados a él fue Judas Iscariote, uno de los Doce Apóstoles, que se había puesto de acuerdo con los sumos sacerdotes del Sanedrín.
Ante ellos fue conducido inicialmente Jesús, para ser interrogado. Según Mateo, Marcos y Lucas (Mateo 26,57-68; Marcos 14,53-65; Lucas 22,63-65) Jesús fue llevado inmediatamente ante el sumo sacerdote Caifás, según Juan (Juan 18,12-13 y 18,19-23) fue llevado primero ante Anás, que era el suegro de Caifás, y sólo después a la casa del sumo sacerdote, que ya le esperaba rodeado de los escribas y ancianos del Sanedrín. Aquí, con testigos falsos, le acusaron de blasfemia y de blasfemo, por compararse con Dios, e invocaron contra él la pena de muerte.
Pero, ¿cuál es el significado de Sanedrín?

En presencia de Caifás y del Sanedrín
En la época de Jesús, el Sanedrín era el órgano judicial supremo de la antigua Jerusalén judía. Estaba compuesto por miembros de la clase sacerdotal, ancianos y escribas, que representaban a las distintas facciones religiosas judías. El Sanedrín tenía competencias tanto religiosas como civiles, actuaba como consejo legislativo y como tribunal supremo. Las funciones del Sanedrín incluían la interpretación de la ley judía (la Torah), la supervisión del culto en el Templo de Jerusalén y la jurisdicción sobre casos legales, incluidos los penales. El Sanedrín tenía poder para dictar sentencias, incluso de muerte, en los casos legales más graves.
En el contexto del proceso de Jesús, el Sanedrín desempeñó un papel significativo. Los escribas y líderes religiosos que componían el Sanedrín estaban entre los que juzgaron a Jesús y lo condenaron por blasfemia. Interpretaron las declaraciones de Jesús, en las que se refería a sí mismo en términos divinos o mesiánicos, como una forma de blasfemia \contra Dios según su interpretación de la ley judía. Por lo tanto, lo consideraron culpable de estos delitos religiosos y decidieron llevar el caso ante las autoridades romanas para obtener una sentencia de muerte.

Poncio Pilato y Jesús
Como ni Caifás ni el Sanedrín tenían autoridad para condenar a muerte a un hombre, tras el primer proceso, Jesús fue sometido a diversos maltratos y luego conducido encadenado ante Poncio Pilato, el prefecto romano en Judea (Mateo 27,1-2; Marcos 15,1; Lucas 23,1; Juan 18,28). Acompañando al prisionero al Pretorio, residencia oficial del gobernador romano en Jerusalén, los miembros del Sanedrín le acusaron de varios delitos, entre ellos sedición, autoproclamación de rey y Mesías, pero también de incitación a no pagar los tributos a Roma. Esto se debió a que la mera acusación de blasfemia no habría sido suficiente para que Pilato condenara a muerte a un hombre.
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El interrogatorio de Jesús por parte de Pilato (Mateo 27,1-2 y Marcos 15,1) y la posterior condena a muerte por Crucifixión representan uno de los acontecimientos centrales del relato de la Pasión según la tradición cristiana. Según los relatos evangélicos, Pilato, tras interrogar a Jesús, consideró que las acusaciones contra él no eran lo suficientemente graves como para justificar su condena a muerte. Según Lucas y Juan (Lucas 23,2-5 y Juan 18,28-38), Pilato juzgó a Jesús inocente. Sin embargo, esta suavidad atribuida a Pilato puede parecer contraria a su reputación histórica de firmeza y severidad a la hora de hacer cumplir las leyes romanas. Algunos estudiosos sugieren que esta representación atenuada de Pilato puede haber estado influida por el interés de las primeras comunidades cristianas en distanciar a la autoridad romana de la responsabilidad por la muerte de Jesús. Según la narración evangélica de Lucas (Lucas 23,6-12), se dice que Pilato intentó eludir la responsabilidad de la condena de Jesús enviándolo al tetrarca Herodes Antipas, pero ni siquiera éste pudo encontrar buenas razones para condenarlo y lo devolvió a Pilato. Sin embargo, es más probable que Pilato hubiera condenado a muerte a Jesús inmediatamente, por considerarlo un peligroso agitador político, sin pasar por un juicio tan complejo y largo como el descrito en los evangelios.

Crucifixión
Y así llegamos al último y terrible acto de esta tragedia anunciada. Las últimas etapas del proceso difieren poco entre los distintos Evangelios. Según Mateo, Claudia, la mujer de Pilato, intentó intervenir para ayudar a su marido, para que no condenara a un inocente, pero el Prefecto, abrumado por la ira de la multitud, que pedía la crucifixión, primero intentó apaciguarla liberando al ladrón Barrabás, como era costumbre en la Pascua para los judíos, y haciendo azotar a Jesús, luego se rindió, lavándose las manos y declarando que no quería tener nada más que ver con el asunto (Mateo 27,15-26).
También en Marcos encontramos la liberación de Barrabás, la flagelación y finalmente la rendición de Pilato (Marcos 15,6-15). En Lucas y Juan Pilato insiste, declara inocente a Jesús, libera a Barrabás e intenta conmutar la pena de muerte por la flagelación (Lucas 23,13-25 y Juan 18,39-19:1). Tras la flagelación, Mateo, Marcos y Lucas describen los malos tratos infligidos a Jesús en el pretorio por la cohorte romana y la coronación con la corona de espinas.
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El Vía Crucis es el recorrido simbólico que conmemora los acontecimientos de la Pasión de Cristo, incluida la flagelación, la condena y la crucifixión. Este relato, que se celebra en todo el mundo el Viernes Santo, ofrece una visión profunda del sacrificio y el sufrimiento de Jesús por la humanidad.
Durante el camino hacia el Calvario, Jesús fue sometido a crueles torturas por los soldados romanos, torturas que forman parte integrante del relato de la Pasión. Simón de Cirene fue obligado por los soldados romanos a ayudar a Jesús a llevar el tablón de la cruz, ya que Él estaba demasiado debilitado para continuar solo.
Una vez en el Gólgota, el lugar de la ejecución, Jesús fue clavado en la cruz. El Evangelio de Juan (Juan 19,28-30) nos ofrece el testimonio más conmovedor de los últimos momentos de Jesús en la cruz, desde que es apagado por los soldados con vinagre (o quizá vino agrio), hasta sus últimas palabras: “Todo está cumplido”.
Con la muerte de Cristo en la cruz, se cumple la voluntad de Dios y comienza el camino de redención y esperanza para toda la humanidad.
