El cuarto domingo de Pascua, la liturgia celebra a Jesús Buen Pastor. ¿Cómo surge esta imagen de Cristo?
Índice
Estamos acostumbrados a oír hablar de Jesús como el Buen Pastor. Desde niños hemos visto estampas y representaciones que lo ilustran con ovejas y corderos. ¿Pero de dónde nace esta imagen?
Entre las representaciones simbólicas de Jesús, la del Buen Pastor fue quizá la más extendida ya en los primeros siglos del Cristianismo, cuando los cristianos tenían que refugiarse en las catacumbas para practicar su fe. Es aquí donde encontramos las primeras representaciones de un joven con un cordero al cuello, una representación derivada de una imagen pagana, la de Hermes Kriophoros que lleva un carnero para sacrificar.

Aunque la representación siguió utilizándose en los siglos posteriores a la proclamación del Cristianismo como religión oficial, sólo alrededor del siglo V fue definida en su forma convencional. Jesús es representado según la iconografía de la época, con suntuosas vestiduras, una aureola en la cabeza y una oveja sobre los hombros.
Es el Evangelio de Juan el que nos describe a Jesús como el Buen Pastor que se sacrifica a sí mismo por Sus ovejas. De hecho, es el mismo Jesús quien se define como tal: «7 Una vez más Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: Yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos los que vinieron antes de mí, son ladrones y salteadores; pero las ovejas no los oyeron. 9 Yo soy la puerta; el que por mí entra, será salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos. 10 El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, huye y abandona las ovejas cuando ve venir al lobo, y el lobo las arrebata y las dispersa. 13 Al que es asalariado, no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, 15 así como el Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; y yo pongo mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a aquéllas debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor. 17 Por eso el Padre me ama, porque yo pongo mi vida para volver a tomarla. 18 Nadie me la quita, sino que yo la doy por mi propia cuenta. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volver a tomarla. Este mandamiento lo recibí de mi Padre.»” (Juan 10,7-18)

La perícopa o parábola del Buen Pastor no es el único pasaje de los Evangelios en el que se utiliza la imagen del pastor y la oveja. Pensemos en la Parábola de la oveja perdida, una de las tres parábolas de la misericordia. Cuenta de un pastor que, al darse cuenta de que había perdido una oveja, abandona todo el rebaño para volver a buscarla. La leemos en el Evangelio de Mateo y en el de Lucas, y su significado es sencillo: igual que el buen pastor no se preocupa de todo su rebaño, sino que afronta todas las adversidades para encontrar a la única oveja que se perdió, así Dios siempre se preocupará más de los que, después de haber perdido el rumbo y haberse extraviado en la oscuridad del pecado, encuentran de nuevo la fe y el camino del amor, que de los que nunca han vacilado.
Ya Ezequiel había hablado de Dios como de un pastor que va en busca de sus ovejas para cuidarlas, y las reúne de todas partes para llevarlas a pastar a lugares fértiles y tranquilos, y buscará y cuidará a las que se descarríen: «11 Ciertamente así ha dicho el Señor Dios: “He aquí, yo mismo buscaré mis ovejas y cuidaré de ellas. 12 Como el pastor cuida de su rebaño cuando está entre las ovejas dispersas, así cuidaré de mis ovejas y las libraré en todos los lugares a donde han sido dispersadas en el día del nublado y de la oscuridad. 13 Las sacaré de los pueblos, las reuniré de los países y las traeré a su propia tierra. Las apacentaré en los montes de Israel, en las quebradas y en todos los lugares habitados del país. 14 En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel tendrán su pastizal. Se recostarán en el buen pastizal, y se apacentarán con pastos abundantes sobre los montes de Israel. 15 Yo apacentaré mis ovejas y las haré recostar, dice el Señor Dios. 16 Buscaré a la perdida y haré volver a la descarriada. A la perniquebrada vendaré y fortaleceré a la enferma. Y a la engordada y a la fuerte guardaré. Las apacentaré con justicia.» (Ezequiel 34,11-16)

Pensemos también en el Salmo 23, el Salmo de David:
El Señor es mi pastor;
nada me faltará.
En prados de tiernos pastos
me hace descansar.
Junto a aguas tranquilas me conduce.
Confortará mi alma
y me guiará por sendas de justicia
por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte
no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.
Tu vara y tu cayado
me infundirán aliento.
¿Por qué Jesús se compara con el Buen Pastor?
Leyendo la parábola del Buen Pastor, en el Evangelio de Juan, no es difícil comprender cómo en ella Jesús está revelando el futuro, su propio Sacrificio. Al igual que el pastor está dispuesto a dar la vida por sus ovejas, así Jesús da la vida por los hombres, inmolándose y entregándose a un sufrimiento atroz.
Y no sólo eso. Declara su propio amor no sólo por las ovejas de su rebaño, sino también por los que viven fuera del redil, y en ello podemos leer el deseo de reunir a Su alrededor no sólo a los que le son devotos, sino también a los que aún no creen en Él.
En la parábola de la oveja perdida, pues, emerge con fuerza el mensaje de amor de Jesús, dispuesto a perdonar a los pecadores, es más, a amarlos aún más precisamente porque son frágiles, vulnerables al pecado. Es precisamente a ellos a quienes reserva el mayor cuidado, para encontrarlos, acogerlos, curarlos en cuerpo y alma, igual que un pastor reserva el mayor cuidado a las ovejas enfermas y heridas.
La historia de Jesús: los acontecimientos más importantes de Su vida
La historia de Jesús, entre el relato evangélico, realidad histórica…
Jesús se presenta como el Buen Pastor dispuesto a sacrificarlo todo por sus ovejas, a vivir en soledad en los pastos sólo para alimentarlas adecuadamente y mantenerlas a salvo. Se declara el guardián, incluso puerta de las ovejas, una puerta por la que hay que pasar para merecer la salvación y el perdón. El alimento que nos ofrece es su propia Carne, su propia Sangre, en la reiteración del sacrificio eucarístico, y así no sólo nos conduce a los pastos, sino que Él mismo se convierte en pasto, alimento para el alma, forraje para el espíritu, agua para nuestra sed inagotable. Su muerte en la cruz es sólo el principio de la esperanza, el principio de la salvación para Su rebaño, custodiado por Su amor generoso, inspirado por ese mismo amor para hacer lo mismo, para dedicarse a los demás, especialmente a los más débiles, a los que se extravían, llegando incluso al sacrificio extremo, para caminar todos juntos por el camino trazado por Jesús hacia el Reino de los Cielos.
Oración a Jesús Buen Pastor
Hay muchas oraciones dedicadas a Cristo Buen Pastor. He aquí una Oración de San Juan Pablo II a Jesús Buen Pastor para animar las vocaciones entre los jóvenes:
Señor Jesucristo,
Pastor bueno de nuestras almas,
tú que conoces a tus ovejas y sabes cómo llegar al corazón del hombre,
abre la mente y el corazón de los jóvenes,
que buscan y esperan una palabra de verdad para su vida;
hazles sentir que sólo en el misterio de tu encarnación pueden encontrar plena luz;
da valor a los que saben dónde encontrar la verdad,
pero temen que tu llamada sea demasiado exigente;
sacude el alma de los jóvenes que quisieran seguirte,
pero no saben vencer las dudas y los miedos,
y acaban por escuchar otras voces y seguir otros callejones sin salida.
Tú, que eres la Palabra del Padre,
Palabra que crea y salva,
Palabra que ilumina y sostiene los corazones, vence con tu Espíritu las resistencias y vacilaciones de los espíritus indecisos; suscita en aquellos a quienes llamas valor para dar la respuesta de amor:
«¡Heme aquí, envíame!»
Virgen María, joven hija de Israel, ayuda con tu amor maternal a los jóvenes
a quienes el Padre dirige su Palabra;
sostén a los que ya están consagrados.
Que repitan, como tú, el sí de una entrega gozosa e irrevocable.
Amén.

Y he aquí una oración a Jesús Buen Pastor que cada uno de nosotros puede recitar cuando se sienta perdido y necesite ser salvado:
Jesús mío, yo también soy una de tus ovejas:
cuántas veces me he alejado de ti,
he dejado los verdes pastos y las aguas tranquilas donde tú me conducías,
me negué a seguirte, a estar dentro de tu rebaño;
lejos de ti he encontrado piedras y espinas, aguas amargas y serpientes venenosas;
en la soledad y en la oscuridad he balado de miedo,
anhelaba ver tu rostro, escuchar tu voz…
Y tú también has sufrido tanta pena por mí,
me has llamado y me has buscado, en zanjas y entre acantilados,
y finalmente me has recogido, temblando entre tus brazos,
en tu corazón que me ha hecho descansar,
y me has vendado mi pie sangrante.
Y ahora que me has encontrado, oh mi Señor,
estaré siempre contigo, cerca de ti,
no volveré más a separarme, nunca más.
Te amo, Jesús, mi Buen Pastor,
mi Señor y mi Dios;
que pueda estar siempre contigo,
siempre contigo, en este mundo y por toda la eternidad.
Gracias, Señor Jesús, mi Señor y mi Dios,
mi todo, ahora y por siempre.
Amén.
¿Cuándo se celebra Jesús Buen Pastor?
El cuarto domingo del Tiempo Pascual se celebra a Jesús Buen Pastor. La liturgia de este día está dedicada a la oración por las vocaciones, para sostener y ayudar a los jóvenes que quieren abrazar el camino de la fe, y en general todos nos centramos en el deseo expresado por Jesús de ver a todas Sus ovejas reunidas en un único rebaño unido por la fe y el amor. En este día se medita sobre la guía de Jesús, pero también sobre la necesidad de seguir Su ejemplo, de acoger en el rebaño incluso a los que no forman parte de él, en un anhelo de unidad y armonía, y de perdonar e incluso ayudar a los que están perdidos.
