La curación del paralítico: el significado del milagro - Holyart.es Blog

La curación del paralítico: el significado del milagro

La curación del paralítico: el significado del milagro

La curación del paralítico de Cafarnaún es uno de los muchos milagros de Jesús, pero encierra una serie de profundos significados que merece la pena descubrir

La curación del paralítico de Cafarnaún es un episodio descrito en los Evangelios sinópticos (Mc 2,1-12; Mt 9,1-8; Lc 5,17-26). Según la narración, al comienzo de la vida pública de Jesús, se produjo la curación milagrosa de un paralítico que le habían llevado unos hombres. Como no podían acercarse a él a causa de la multitud, habían bajado el catre del enfermo desde el tejado de la casa que se había volado. Jesús no se limitó a curarle: le dijo que sus pecados le habían sido perdonados. Esto escandalizó a los fariseos presentes, que acusaron a Jesús de blasfemia, pues nadie tenía poder para perdonar los pecados, excepto Dios. Pero Jesús los reprendió, afirmando su poder, como Hijo del Hombre, para perdonar los pecados. Luego ordenó al paralítico que tomara su camilla y se fuera a su casa, y así sucedió. Pero, ¿cuál es el significado de este relato evangélico?

La curación del paralítico de Cafarnaún y su significado

La curación del paralítico podría parecer sólo uno de los muchos milagros de la historia de Jesús, pero es especialmente interesante porque este episodio puede interpretarse de varias maneras. Si por un lado la curación del paralítico demuestra el poder de Jesús para curar enfermedades físicas y realizar milagros, reforzando Su autoridad espiritual a los ojos de sus seguidores, el foco del episodio puede desplazarse a la demostración de fe de los hombres que llevaron al paralítico a Jesús, seguros de que Él podía curarlo. La respuesta de Jesús a la fe de los portadores del paralítico refleja su compasión y su voluntad de curar a los que sufren, pero también la importancia que concede a los hombres que muestran compasión y solidaridad con los enfermos o necesitados. En este sentido, los portadores del paralítico se convierten en el símbolo de todos aquellos hombres que se comprometen e invierten tiempo y energía para ayudar a los más necesitados y que, precisamente por su estado de sufrimiento, a menudo quedan al margen, incapaces de participar en la vida comunitaria como desearían. En este episodio, la fe y el compromiso de quienes ayudan al prójimo son tales que descubren el tejado, para permitir que el enfermo sea visto y curado por Jesús. Será precisamente su determinación y su fe lo que conmoverá a Jesús.

La Buena Nueva del Evangelio es un mensaje de libertad y felicidad ofrecido a todos los hombres. Esta noticia revolucionaria penetra en todos los rincones, aunque algunos intenten obstaculizarla. Nada puede detener su poder sanador y liberador. La fe abre los tejados de las casas y las puertas de las cárceles, llevando esperanza y libertad a todos los que la aceptan.

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Otra idea clave de lectura fondamental es el poder del perdón de los pecados sobre la curación de la enfermedad y el dolor. Jesús no se limita a curar al hombre, sino que declara que sus pecados le son perdonados, reconociendo así el pecado como causa fundamental del dolor y el sufrimiento humanos.

La relación entre el pecado y la enfermedad como nexo causal es una cuestión compleja y controvertida dentro de las tradiciones religiosas.  La relación entre el pecado y la enfermedad como nexo causal es un tema complejo y controvertido dentro de las tradiciones religiosas. Algunos puntos de vista teológicos antiguos sugieren que el pecado puede ser la causa directa de la enfermedad y el sufrimiento, mientras que otros interpretan esta conexión de forma más metafórica o simbólica. En las escrituras hebreas y cristianas hay ejemplos en los que el pecado se asocia con la enfermedad u otras formas de sufrimiento. Por ejemplo, en el libro de Job del Antiguo Testamento, Job padece graves sufrimientos físicos y mentales, y sus tres amigos Elifaz, Bildad y Sofar expresan su firme creencia en la justicia divina y en la idea de que el sufrimiento de Job es consecuencia directa de sus pecados. Ellos sostienen que Dios Todopoderoso siempre es justo y que el sufrimiento de Job es un castigo por algún pecado o transgresión oculta que debió cometer. Según su concepción teológica, el sufrimiento es visto como una consecuencia directa de las acciones pecaminosas y, por lo tanto, consideran la condición de Job como una clara señal de su pecado.

En el Nuevo Testamento, Jesús aborda directamente la cuestión de la conexión entre el pecado y la enfermedad. En algunos episodios, como en éste de la curación del paralítico en Cafarnaún, Jesús asocia la curación física con el perdón de los pecados. Sin embargo, es importante notar que Jesús no siempre identifica la enfermedad como consecuencia directa de pecados concretos cometidos por el individuo o sus padres, como en el caso del ciego de nacimiento (Jn 9,1-3). También en aquella ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: “Rabí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que naciera ciego?” Y Jesús respondió: “Ni él ni sus padres pecaron, sino que fue para que se manifestaran en él las obras de Dios.”

Ante las acusaciones de blasfemia de los fariseos, Jesús replica que el perdón de los pecados es una prueba de gran poder espiritual, mucho más difícil que la curación física. Pronunciar las palabras “tus pecados son perdonados” puede parecer sencillo, pero requiere un acto de compasión y misericordia divinas que va más allá de la curación física. El don de Cristo es más profundo que un milagro de curación. El perdón de los pecados cura el cuerpo a través del alma, la curación física se combina con el perdón espiritual, subrayando la interconexión entre cuerpo y alma y la profundidad de su ministerio de redención.

Considerando el concepto de parálisis, también podemos leer en él otro significado, que va más allá de la limitación física del cuerpo. La parálisis del alma puede encarcelar a los individuos de diversas formas. Algunos están atrapados en la prisión de la reputación injusta, mientras que otros están bloqueados por el escarnio y la condena de los demás. También existe la parálisis causada por el mal, cuando nos dejamos llevar por deseos egoístas o nos apartamos de Dios. Jesús nos invita a liberarnos de estas cadenas, a movernos contra aquello que nos paraliza y nos impide vivir plenamente. Dios siempre responde a los que gritan por ser liberados de la parálisis del pecado, ofreciéndoles una mano para levantarse y volver a empezar.