La Santa Faz de Manoppello: los misterios de esta reliquia sagrada

La Santa Faz de Manoppello: los misterios de esta reliquia sagrada

La Sábana Santa, el Velo de la Verónica, la Santa Faz de Manoppello: las representaciones milagrosas del rostro de Cristo han fascinado y dividido a creyentes y estudiosos a lo largo de los siglos

Entre las numerosas reliquias que se han transmitido a lo largo de la historia de la cristiandad, algunas siguen siendo aún hoy extremadamente fascinantes. En particular, pensamos en las que representarían el rostro de Cristo, como el Velo de la Verónica, la Sábana Santa y la Santa Faz de Manoppello. Es comprensible por qué este género de reliquias ejerce una fascinación tan profunda en los creyentes: poder tener siquiera una vaga percepción del santo rostro de Jesús es un deseo que todos compartimos.

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Una de las características en común de estas reliquias es que, según la tradición, serían de tipo achiropita, no dibujadas ni pintadas por mano humana. Estas reliquias también se confunden a menudo entre sí. El velo que Verónica, una seguidora de Jesús, utilizó para frotar el rostro de Cristo durante la ascensión al Calvario, se denomina a veces “sudario de Jesucristo”, pero se trata de una denominación errónea, ya que el Velo sólo muestra el supuesto rostro de Jesús, mientras que la Sábana Santa, por ejemplo, muestra la figura completa, tal y como se esperaría de un sudario utilizado para envolver un cuerpo sin vida.

En cuanto al Santo Rostro o Santa Faz de Manoppello, también muestra, como el Velo de la Verónica, el rostro de un hombre, con barba y pelo largo, según la iconografía conocida de Jesús. Conservado en la Basílica del Santo Rostro, la tela de Manoppello tiene una estructura sencilla, con urdimbre y trama, visibles a simple vista. Mide 0,17 x 0,24 m.

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Además, el rostro de Manoppello es igualmente visible por ambos lados, a través de la tela que lo compone. La imagen está representada en color marrón, ligeramente asimétrica, con una mejilla más redonda que la otra y las pupilas irregulares. Sin embargo, los modernos análisis con rayos ultravioleta no han encontrado ningún tipo de color en la tela, lo que demuestra que el rostro representado en ella no está pintado ni tejido.

Fue un peregrino ignoto quien llevó el Santo Rostro a Manoppello, en la provincia de Pescara, en 1506. Lo entregó al médico Giacomo Antonio Leonelli y luego desapareció. La familia de Leonelli conservó la reliquia hasta que Marzia Leonelli la vendió a Donato Antonio de Fabritiis. Ya que mientras tanto el velo se había estropeado, el nuevo propietario pidió al padre Clemente da Castelvecchio que lo confiara al hábil cuidado del fraile capuchino Remigio da Rapino, quien lo colocó en el marco de nogal encerrado entre dos cristales en el que aún hoy podemos verlo. Desafortunadamente para nosotros, el Padre Clemente consideró innecesario conservar todo el resto del lienzo alrededor de la cara, del tamaño de un mantel, borrando con ello valiosas pistas sobre el origen real de la reliquia. A partir de 1638, la reliquia fue expuesta en la iglesia de Manoppello, a las afueras de la ciudad, en el Convento de los Frailes Menores Capuchinos, dedicado a San Miguel Arcángel, donde hoy se eleva la Basílica del Santo Rostro, o Santuario del Santo Rostro, una de las iglesias más importantes de Manoppello. El santuario fue elevado a la categoría de Basílica menor tras la visita del Papa Benedicto XVI en septiembre de 2006.

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La Faz de Manoppello y el Velo de la Verónica

A menudo se tiende a hacer coincidir el Santo Rostro de Manoppello con el velo con el que la Verónica secó el rostro de Jesús.

El Velo de la Verónica, conservado desde el siglo XIV en la antigua basílica de San Pedro del Vaticano, en Roma, había desaparecido en 1608, tras la destrucción de la Capilla que lo albergaba. El mismo velo llegaría más tarde a Manoppello, pero esta posibilidad va en contra de lo que emerge de las anotaciones de la «Relatione historica» escrita por el padre Donato da Bomba y conservada en L’Aquila, que atestigua que la tela ya estaba en Manoppello en 1506.

Los estudios realizados a lo largo de los años por el jesuita Heinrich Pfeiffer y otros estudiosos afirman que la Santa Faz es en realidad el sudario colocado sobre el rostro de Cristo después de ser depositado en el sepulcro, es decir, el Velo de la Verónica. Los ojos abiertos, el corte del cabello, los rastros de sangre, la conformación del rostro, los rasgos de la barba alimentarían esta hipótesis, haciendo del Velo de la Verónica y la Santa Faz la misma reliquia.

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La Faz de Manoppello y la Sábana Santa

Otros estudiosos, sin embargo, han encontrado analogías entre la Santa Faz de Manoppello y la Sábana Santa de Turín. Según la tradición, la Sábana Santa de Turín es el lienzo que envolvió el cuerpo de Cristo tras la deposición. Esta preciosísima reliquia ha dividido y fascinado a los hombres de todos los tiempos por su misterio inmortal.
En particular, los estudios de la monja iconoclasta Sor Blandina Paschalis Schloemer, constataron los mismos rasgos en el Santo Rostro y en la Sábana Santa, la forma ovalada del rostro, la misma asimetría, el pelo largo, el mechón sobre la frente, la boca abierta. La única diferencia se encuentra en los ojos, que en el Santo Rostro y en el Velo de la Verónica están abiertos, mientras que, en la Sábana Santa, considerada el Sudario de Cristo, están cerrados. Aparte de esto, el Rostro de la Sábana Santa de Turín y el de Manoppello coinciden perfectamente.

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El Santuario de Manoppello

Hoy en día no queda mucho del Convento de Capuchinos que recibió la Santa Faz. Cuando Donato Antonio de Fabritiis donó la sagrada imagen al convento en 1638, éste acababa de fundarse y estaba dedicado a San Miguel y al Santísimo Nombre de Dios. Los frailes Capuchinos fueron alejados durante la ocupación napoleónica que impuso el cierre de los institutos religiosos. Confiado a las Clarisas, fue devuelto a los Capuchinos después de la Restauración borbónica. Entre finales del siglo XIX y mediados del XX, se llevaron a cabo numerosas remodelaciones que distorsionaron el aspecto original de la iglesia. Hoy es una hermosa basílica con fachada de piedra rosa y blanca, pero la capilla a la derecha del coro que albergaba la preciosa reliquia ha permanecido más o menos igual. El interior de la Basílica es de una sola nave, adornada con decoraciones barrocas, y la Santa Faz se colocó en un precioso relicario de plata de fabricación napolitana que data del siglo XVIII y situado en una plataforma elevada detrás del altar.