¿Cuál fue el papel de las mujeres en la historia de la Salvación? Descubrimos la relación de Jesús con las discípulas en el Evangelio
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Una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Esto es lo que el Papa Francisco esperaba ya en 2020, en sus intenciones de oración para el Ángelus del 11 de octubre. En las intenciones del pontífice estaba una mayor integración de las mujeres en cualquier contexto de toma de decisiones y en las instituciones de responsabilidad de la Iglesia, reivindicando su igualdad con los hombres como mujeres bautizadas, aunque laicas. El Papa, de nuevo, ya se había pronunciado en 2018 sobre la necesidad de respetar a las mujeres, así como Jesús las respetaba: «[Jesús] “dignifica” a la mujer y la pone al mismo nivel que el hombre, porque toma aquella primera palabra del Creador: los dos son “imagen y semejanza de Dios”, los dos: no primero el hombre y después, un poco más abajo, la mujer; no; los dos […] El hombre solo sin la mujer al lado -tanto como madre, como hermana, como esposa, como compañera de trabajo, como amiga – no es imagen de Dios».
Estas palabras del Papa nos ayudan a introducir un tema más amplio y delicado, es decir, la relación de Jesús con las mujeres, la manera en que Él se relacionaba con el mundo femenino en general y el papel de las mujeres en la Biblia. Hablamos de sus discípulas, aquellas mujeres que seguían a Jesús en Sus caminos, que escuchaban Sus predicaciones y que cuidaban de Él y de los apóstoles. En términos más generales, aunque el Antiguo y el Nuevo Testamento están declinados en masculino, también es cierto que en la Biblia encontramos muchas figuras de mujeres valientes, de mujeres complejas y fundamentales para el cumplimiento del plan divino, tanto y más que los hombres. Numerosas son las figuras de mujeres que han influido en la historia de la Iglesia y del mundo, incluidas las figuras de mujeres en la Biblia, santas, místicas y mujeres iluminadas por la gracia.
Volviendo a las mujeres que seguían y amaban a Jesús, Ana Catalina Emmerick, en sus visiones de la Pasión de Cristo, además de innumerables detalles no relatados en los Evangelios, mencionó la presencia de al menos diecisiete mujeres cerca de Él, cuya existencia está confirmada por otras fuentes. En cuanto a los episodios relacionados con las mujeres en los Evangelios, todos conocemos las figuras de las mujeres piadosas al pie de la cruz, que presenciaron la muerte de Jesús en la Cruz, descritas de forma diferente en los distintos Evangelios canónicos, pero cuya presencia no es cuestionada por ninguno de los Evangelistas. Para Mateo y Marcos, se trataba de dos mujeres llamadas María (María de Magdala, María madre de Santiago y José, o quizá María de Cleofás), y otra mujer de identidad incierta. Lucas habla de las mujeres de forma genérica, mientras que Juan es mucho más preciso y menciona a la Virgen María, madre de Jesús, a María de Cleofás, su tía, y a María Magdalena, la “penitente” de Magdala.
Mujeres piadosas: las tres Marías presentes bajo la cruz de Jesús
La Virgen María, María de Cleofás y María Magdalena…
La misma María Magdalena será llamada más tarde “apóstola entre los apóstoles” porque fue la primera en anunciar la Resurrección a los demás apóstoles de Jesús, y “evangelista”, porque portadora de la Buena Nueva. Y aunque Lucas, con respecto a las tres mujeres piadosas, no entra en demasiados detalles, en otros momentos es quizá el más feminista de los evangelistas, dado el papel muy destacado que reserva a Isabel, madre de Juan el Bautista y pariente de María, a la propia Virgen María y a su madre Santa Ana al comienzo de su relato evangélico.
En vista del Día de la Mujer, nos gustaría detenernos un momento en una breve galería de las discípulas de Jesús. Fue sobre todo Él quien se mostró siempre cercano a las mujeres en la Biblia, queriéndolas a su lado y tratándolas como iguales, llegando incluso a decidir mostrarse a ellas primero, después de la Resurrección.
María Magdalena
¿Quién era María Magdalena? María Magdalena fue una de las muchas personas curadas por Jesús, que la había liberado de siete demonios que la perseguían. Nacida en Magdala, también era llamada María de Magdala. En algunos Evangelios Apócrifos se lee que María Magdalena era efectivamente la esposa de Jesús, pero no hay pruebas fiables al respecto. Indiscutible, sin embargo, era el fortísimo vínculo que los unía, hasta el punto de hacer de María Magdalena una figura tan importante como la de los Apóstoles. Existe también un Evangelio de María Magdalena, en el que ella aparece como la discípula predilecta del Señor, depositaria del gran plan divino y de una enseñanza superior que Dios le habría confiado sólo a ella.
María Magdalena esposa de Jesús: aclaremos el asunto
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Ciertamente el papel de esta mujer al lado de Jesús va más allá del afecto y la devoción cariñosa de Marta de Betania (Tamar) o del entusiasmo y afán de aprender de su hermana María (Miryām). María Magdalena fue la primera a quien se le apareció Cristo Resucitado en la mañana de Pascua, y Él se dirigió a ella por su nombre. Así como la Virgen María fue elegida por Dios para llevar a su Hijo en su vientre, así María Magdalena fue elegida por Jesús como la primera depositaria del misterio de Su Resurrección.
Marta y María hermanas de Lázaro
Entre los amigos de Jesús destacan Lázaro, resucitado por Él de entre los muertos, y sus hermanas María y Marta. Lucas en su Evangelio caracteriza mucho a estas últimas, ofreciéndonos dos retratos de mujeres muy diferentes, aunque unidas por su devoción y amor por Jesús. Marta cuida a Cristo, lo atiende como a un hermano, como a uno más de la familia, con esmero y dedicación. María lo sigue, se sienta a Sus pies, lo venera, escuchando lo que sale de Sus labios. Contemplación por un lado, gestos y acciones prácticas por el otro, pero en la base está el amor por Jesús. El deseo de complacerlo y atenderlo con alimento, tibieza, tranquilidad y el amor de una familia. El ejemplo de Marta, María y Lázaro de Betania, el amigo silencioso y fiel y las discípulas del Evangelio, amorosas y devotas, es una llamada a la misericordia y a la caridad alimentadas por el amor.
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Durante siglos se creyó que la pecadora del Evangelio, la prostituta que habría lavado los pies de Jesús con sus propias lágrimas y los habría secado con su pelo en casa de Simón el fariseo (Lucas 7, 36-50) podría ser María Magdalena o María de Betania. Sólo estudios recientes han confirmado que se trataba de una tercera mujer que no tenía nada que ver con las otras dos, salvo por el hecho de que María, hermana de Marta y Lázaro, también ungió los pies de Jesús con aceite costoso y los secó con sus cabellos (Juan 12,1-8). En cualquier caso, Jesús siempre mostró el máximo respeto y benevolencia incluso hacia las mujeres consideradas ‘perdidas’, impuras y obligadas a realizar trabajos degradantes.
Samaritana junto al pozo
El episodio de la Samaritana se relata en el Evangelio según San Juan (Juan 4,4-26). Jesús se dirigía de Judea a Galilea y, al atravesar la Samaria, se detuvo a descansar junto a un pozo. Poco después llegó una mujer del lugar. Había enemistad entre judíos y samaritanos, pero Jesús se acercó cortésmente a ella y le preguntó si podía darle un poco de agua del pozo. Asombrada por tanta amabilidad, la mujer le preguntó por la razón, y Jesús le respondió: «Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva» […] «Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna».
El episodio de la Samaritana junto al pozo pone en evidencia la voluntad de Jesús de ofrecer la salvación no sólo a los judíos puros y a los hombres y mujeres rectos y morigerados, sino a cualquiera que pudiera acogerla y apreciarla con un corazón lleno de fe. El agua misma es símbolo de la salvación y de la Nueva Alianza.
La Hemorroísa
Entre las muchas curaciones atribuidas a Jesús en los Evangelios sinópticos está la de la hemorroisa, una mujer que sufría de hemorragias desde hacía años. Aprovechando la multitud que se agolpaba sobre Jesús que se dirigía a casa de Jairo, jefe de la sinagoga, se acercó a Él y lo tocó furtivamente por detrás. Inmediatamente se sanó. Jesús se volvió y preguntó quién lo había tocado, y cuando ella, temerosa, se le reveló, Él no la maltrató, sino que le confirmó que su fe la había salvado.
También en este relato emerge cómo Jesús estaba cerca de quienes eran considerados no puros, incluso por razones ajenas a su voluntad, y se exalta el poder curativo de la fe.
Meta-description: Las mujeres en la Biblia: devotas, amigas cariñosas, pero también pecadoras, extranjeras e impuras. La relación de Jesús con las mujeres entre respeto y benevolencia