La Iglesia ha reconocido como milagros de Nuestra Señora de Lourdes setenta de las siete mil curaciones ocurridas en esta localidad. ¿Qué hace que el agua de Lourdes sea tan especial?
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Entre las apariciones marianas y los milagros asociados a Nuestra Señora, los de Lourdes figuran entre los más famosos y recordados. Las razones de esta fama hay que buscarlas en la naturaleza particularmente delicada de la relación que se instauró entre la Virgen y Bernadette Soubirous, la campesina de catorce años que declaró haberse encontrado con la “bella Señora” dieciocho veces. Es precisamente a Bernadette a quien debemos la descripción de la que hoy se ha convertido en la iconografía más común de la Virgen: vestida de blanco y con un cinturón azul. Gracias a estas apariciones y a los milagros de Nuestra Señora de Lourdes, esta pequeña ciudad occitana situada en el corazón de los Altos Pirineos se ha convertido en uno de los lugares de peregrinación más visitados del mundo.
Pero ¿qué ocurrió en la gruta cercana a Massabielle y cómo se pronuncia la Iglesia con respecto a los milagros de Lourdes?
Las apariciones de Lourdes fueron reconocidas formalmente como auténticas por la Iglesia católica ya en 1862, después de un largo y minucioso examen de la narración de Bernadette. Así escribió el obispo de Tarbes en su carta pastoral de conclusión de la investigación:
«Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, se ha aparecido realmente a Bernadette Soubirous, el 11 de febrero de 1858 y los días siguientes…; que esta aparición reviste todos los caracteres de la verdad, y que los fieles tienen fundamento para creerla como cierta».
En 2018, setenta de las siete mil curaciones de enfermos que acudieron en peregrinación a Lourdes fueron declaradas milagrosas. La última fue reconocida en 2018 y se refiere a la hermana Bernadette Moriau, obligada durante 42 años a estar en una silla de ruedas por una terrible enfermedad de los nervios espinales, que en 2008 acudió en peregrinación a Lourdes y, tras recibir la bendición de los enfermos, se levantó y caminó.
Apariciones Marianas en el mundo: las 10 más importantes
Los numerosos nombres con los que los cristianos se dirigen a la Virgen también se derivan en gran medida de las distintas apariciones marianas en todo el mundo.
11 de febrero, aniversario de Lourdes
El 11 de febrero es el aniversario de la primera aparición de Lourdes. De hecho, fue entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858 cuando Bernadette encontró a la «bella señora» en una pequeña gruta kárstica cerca de Massabielle, donde solía llevar a pastar a los cerdos.
«Vi a una Señora vestida de blanco: llevaba un vestido blanco, un velo también de color blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie».
Así contó Bernadette aquella primera aparición de la Virgen, el 11 de febrero de 1858. La niña había ido con una de sus hermanas y una amiga cerca de la gruta a recoger leña. En las cercanías fluye el río Gave de Pau y las chicas se estaban quitando las medias para cruzarlo cuando Bernadette oyó una ráfaga de viento en los árboles, que la hizo mirar hacia la gruta. Así fue como vio a la misteriosa señora, vestida con un vestido blanco, un velo que la cubría parcialmente, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie. Con ella, aquel primer día, Bernadette rezó el Rosario, al final del cual la mujer desapareció.
El agua de Lourdes y sus milagros
Fue durante otra aparición, la novena, ocurrida el 25 de febrero de 1858, cuando Bernadette, siguiendo las indicaciones de la «bella señora», descubrió un manantial en el fondo de la gruta de Massabielle. Se trata de uno de los ocho manantiales que alimentan el río. Fue ella misma quien cavó, hasta que el manantial comenzó a brotar, e inmediatamente el agua que brotaba del vientre de la tierra se reveló bendita. Bernadette fue la primera en beberla, y después de ella muchos imitaron su ejemplo, y la fama de las propiedades taumatúrgicas del manantial milagroso se difundió rápidamente.
Con el tiempo, el agua fue canalizada en fuentes y piscinas para que los devotos pudieran sumergirse en ella y beberla. La mayoría de las curaciones reconocidas como milagros de Nuestra Señora de Lourdes se han producido como consecuencia del contacto del enfermo con el agua de Lourdes o de la inmersión en las piscinas.
Desde un punto de vista biológico, el agua de Lourdes es agua normal, desprovista de cualquier sustancia que pudiera justificar su efecto taumatúrgico y salvífico. O casi.
Varios estudiosos han examinado el agua. La bióloga italiana Enza Ciccolo, experta en auriculomedicina, la ciencia que estudia los efectos de la luz en el cuerpo humano, ha encontrado en ella frecuencias luminosas particulares que inhiben la proliferación de gérmenes y bacterias. Esto explicaría por qué nadie ha enfermado nunca al sumergirse en las piscinas de Lourdes, a pesar de que el intercambio de agua no es tan frecuente. Además, estas frecuencias producirían efectos beneficiosos en el organismo, especialmente contra las enfermedades de la piel y del sistema nervioso.
El investigador japonés Emoto Masaru ha realizado numerosos experimentos sobre la forma que adopta el agua al pasar del estado líquido al sólido. Al congelar el agua de Lourdes, obtuvo cristales de una belleza superior y trascendental.
Luc Montagnier, que descubrió el virus VIH, admitió que considera inexplicables los poderes del agua de Massabielle y que los milagros de Nuestra Señora de Lourdes trascienden la ciencia y la medicina.
Bernadette, en su sencillez, reveló desde el principio el verdadero milagro escondido en el agua de Lourdes: “Beben el agua como si fuera una medicina… Hay que tener fe, hay que rezar: ¡esta agua no tendría ninguna virtud sin la fe!”.
Del mismo modo que la joven cavó el barro en la oscuridad de la gruta con sus propias manos, cada uno de nosotros, al beber el agua que brota de esa oscuridad, debe buscar la fe dentro de sí mismo, confiar en ella con la ingenuidad y la inocencia que guiaban a Bernadette, con total confianza. Así es como podemos esperar la curación.
Los milagros reconocidos por la Iglesia ocurridos en Lourdes
Hemos anticipado que sólo setenta de las curaciones atribuidas al agua de Lourdes son consideradas por la Iglesia como milagros de Nuestra Señora y reconocidas oficialmente por el Bureau des constatations médicales (Oficina de constataciones médicas), el organismo con sede en el Santuario de Lourdes desde 1905, encargado de recoger testimonios y de examinar minuciosamente los distintos casos de curaciones verdaderas o presuntas, y de someterlas después al Comité Médico Internacional de Lourdes (CMIL), con sede en París, compuesto por médicos especialistas de todo el mundo.
La Iglesia católica reconoce como milagrosa una curación si cumple determinadas condiciones:
- El diagnóstico original debe verificarse y confirmarse sin lugar a dudas;
- La enfermedad debe considerarse incurable según los conocimientos médicos actuales;
- La curación debe ser inmediata, con una rápida remisión de los síntomas o signos de la enfermedad;
- La curación debe ser completa, sin molestias residuales;
- La curación debe ser definitiva, sin recaídas.
En términos más generales, hay que tener en cuenta la definición de milagro que da la Iglesia, es decir, todo acontecimiento no atribuible a causas naturales, sino justificado por la intervención divina.
Si recorremos la larga lista de curaciones reconocidas, de esos milagros de Nuestra Señora de Lourdes que la Iglesia ha admitido como reales, nos damos cuenta de la variedad de historias y enfermedades, del origen, de la historia humana de cada una de las personas implicadas, algunas de las cuales nunca fueron a Lourdes, pero afirmaron haber sido curadas gracias a la intercesión de la Virgen.
Apariciones Marianas en el mundo: las 10 más importantes
Curaciones y exorcismos, apariciones, dominio sobre la naturaleza, hasta la resurrección de los muertos.
Veamos sólo algunas de ellas.
Louis-Justin Duconte-Bouhort, de apenas dieciocho meses, enfermo de tuberculosis y con las piernas paralizadas, al borde de la muerte, fue sumergido por su madre, vecina de Bernadette, en el agua de la gruta de Massabielle. Era el 2 de mayo de 1858, y al día siguiente el pequeño se levantó de la cuna y empezó a andar.
Pieter De Rudder de 44 años, llevaba ocho viviendo como un tullido después de que un tronco le destrozara los huesos de una pierna. El 7 de abril de 1875, tras acudir al santuario de Nuestra Señora de Lourdes en Oostacker, regresó a casa sin muletas.
Marie Biré, tenía paralizados un pie y un brazo desde 1904. El 5 de agosto de 1908 comulgó en la gruta de Massabielle y volvió a ver.
Francis Pascal, ciego y paralítico después de contraer meningitis a los tres años, se recuperó tras ser sumergido en el agua de la piscina de Lourdes.
Vittorio Micheli afectado de un osteosarcoma en la pelvis que le destruyó los huesos, fue sumergido en el agua del manantial de Lourdes. Las radiografías posteriores mostraron una regeneración de los huesos que, con el tiempo, le permitió volver a caminar y trabajar.
Delizia Cirolli padecía un tumor maligno en la tibia, fue curada por el agua de Lourdes que su madre le vertía todos los días en la pierna enferma. El tumor desapareció y ella volvió a caminar.