Curaciones y exorcismos, apariciones, dominio sobre la naturaleza, hasta la resurrección de los muertos. Jesús y sus milagros, un legado de historia y Fe siempre actual
Para la Iglesia católica los milagros existen. Más bien, los milagros atribuidos a Jesús y relatados en los Evangelios canónicos deben considerarse como hechos históricos. Hemos hecho deliberadamente la distinción entre los Evangelios canónicos y los Evangelios apócrifos, porque, aunque en estos últimos los milagros son aún más numerosos y espectaculares, carecen por completo de veracidad histórica y, por tanto, no son reconocidos. Después de todo, es frecuente, al hablar de los Evangelios apócrifos, constatar la dimensión más de cuento de hadas y maravillosa de los acontecimientos de la vida de Jesús y de quienes le conocían, y es inevitable que incluso los milagros se conviertan en auténticas magias, prodigios, relatados más para asombrar y llamar la atención que para suscitar una auténtica Fe.
Los años perdidos de la vida de Jesús
Investigamos sobre los años perdidos de la vida de Jesús. ¿Qué hacía antes de empezar a predicar? ¿Alguna vez se alejó de Palestina?
Los milagros reconocidos por la Iglesia son, por tanto, relatos históricos, aunque interpretados desde un punto de vista teológico, o alegóricos para algunos biblistas, pero en cualquier caso signos evidentes de la identidad de Jesús, de su misión. El Catecismo (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 547-550) los indica como testimonios del hecho de que Él es el Hijo de Dios, como una invitación a creer en Él, y reconoce su eficacia para fortalecer la Fe. En particular, los Milagros Eucarísticos son aquellos acontecimientos sobrenaturales con los que Dios confirma la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía, confirmando la Fe de los creyentes.
En términos más generales, un milagro es cualquier acontecimiento no atribuible a causas naturales, sino justificado por la intervención divina. En efecto, sólo está en la voluntad y el poder de Dios cambiar el orden natural de las cosas, ya que fue Él quien lo creó y lo fijó. Por tanto, la subversión de las leyes naturales es una prerrogativa Suya. Precisamente por esta razón, resulta fundamental para la Iglesia reconocer y regular qué es realmente un milagro, qué milagros deben considerarse verdaderos, cuáles falsos, dictados por la voluntad de engañar o por sugestiones.
La hostia en la celebración eucarística
La hostia es un trozo de pan ácimo que simboliza el cuerpo de Cristo en la celebración de la Eucaristía, el sacramento instituido por Jesús.
Qué son los milagros
En el Nuevo Testamento, los milagros son exclusivos de Jesús. Es Él quien los realiza, en nombre de su propia naturaleza divina, sin tener que pedírselo al Padre. Sin embargo, Él tiene la voluntad y la capacidad de investir a los discípulos con el poder de realizar milagros. Los milagros de Jesús están siempre motivados por la voluntad de hacer el bien, en algunos casos para suscitar la Fe, en otros para acrecentarla, nunca inútiles o diseñados meramente para asombrar o maravillar, y mucho menos para convencer a los escépticos.
Los milagros realizados por Jesús pueden dividirse en:
- milagros sobre la naturaleza;
- milagros de curación, exorcismos y resurrección;
- epifanías o apariciones: transfiguración, apariciones postpascuales.
Comprar Ahora:Escena de la vida de Cristo: Jesús cura a un ciego.
Los milagros sobre la naturaleza son aquellos en los que se muestra la capacidad de Jesús para dominar las fuerzas de la naturaleza y subvertir sus reglas. Pensemos en la tempestad calmada en el lago (Mateo 8,23-27; Marcos 4,35-41; Lucas 8,22-25), pero también en la multiplicación de los panes y los peces (Mateo, 14,13-21), y en la conversión del agua en vino (Juan, 2,1-11).
Los milagros de curación representan la mayor parte de los milagros atribuidos a Jesús, probablemente porque siempre han sido los enfermos o discapacitados los que han pedido un milagro. Jesús curaba a la gente de enfermedades físicas, pero también mentales, y de la posesión de demonios, imponiendo sus manos sobre ellos o pronunciando ciertas palabras, o utilizando la saliva, el barro, etcétera. Entre los ejemplos se encuentran la curación de la hemorroísa (Mateo 9,20-22), el sordomudo que recupera el habla (Marcos 7,31-37), el ciego de Jericó que recupera la vista (Marcos 8,22-26).Jesús también dio a los Doce Apóstoles el poder de expulsar a los demonios y curar las enfermedades y dolencias. (Mateo, 10,1). En cuanto a los exorcismos, pensemos en el episodio del hombre en el país de los Gerasenos poseído por muchos demonios, que le dijo a Jesús que se llamaba Legión (Lucas, 8,26-39). Por último, hay en los evangelios canónicos tres casos de resurrección: la hija de Jairo (Marcos, 5,21-43); el hijo de la viuda de Naín (Lucas, 7,11-17) y el más famoso, la resurrección de Lázaro (Juan, 11,1-44).
Entre las epifanías y apariciones figuran las de Jesús después de la Resurrección y la que fulguró a Pablo de Tarso en el camino de Damasco.
Fulgurado en el camino de Damasco: ¿de dónde procede esta expresión?
Fulgurado en el camino de Damasco, un dicho que esconde una historia…
Los milagros en la Biblia
Los milagros en el Antiguo Testamento son, junto con las profecías, la demostración de la existencia de Dios y de Su plan. Los eventos prodigiosos del Antiguo Testamento nunca son realizados por hombres, sino por Dios a través de hombres elegidos por él para un propósito específico, ya sean profetas o taumaturgos. Nunca se trata de magias inútiles ni de demostraciones de poder en sí mismas, sino del signo de la benevolencia o de la cólera divina, del testimonio del poder de Dios.
Uno de los términos más recurrentes en el Antiguo Testamento para definir un milagro es σημείον, semeíon, «signo». Pero esta definición es demasiado amplia, pues indica también acontecimientos naturales no necesariamente atribuibles a Dios. Por otra parte, la palabra griega τέρας, téras, «prodigio», se utiliza a menudo con una valencia negativa, como un castigo infligido por Dios a los hombres.
Recapitulando, he aquí los cuatro términos griegos utilizados en la Sagrada Escritura para indicar los milagros:
- Semeíon, » signo «, signo evidente de la intervención o presencia divina
- Taumata, «milagros», portentos, eventos que causan asombro
- Dynameis, «potencias», obras atribuidas a un poder sobrehumano o sobrenatural
- Erga, «obras», acciones de Jesús, sus discípulos o los santos
Entre los ejemplos más famosos de milagros en el Antiguo Testamento figuran el Diluvio Universal (Gén 6-9), probablemente derivado de un episodio similar en la Epopeya sumeria de Gilgamesh, que a su vez se inspiraba en un hipotético desbordamiento del Mar Negro alrededor del 5600 a.C., y la Huida de los hebreos de Egipto narrada en el Éxodo, donde se encuentran muchos milagros, desde las Plagas de Egipto al maná del cielo, hasta la famosa separación de las aguas del Mar Rojo.
De manera más general, en el Antiguo Testamento, los milagros nunca son prodigios fines en sí mismos, magias inútiles, sino acontecimientos prodigiosos queridos por Dios como demostración de Su Potencia, o del poder conferido a quienes en ese momento actúan por Su voluntad (pensemos en Moisés).
El primer milagro de Jesús
El primero de los milagros atribuidos a Jesús, al comienzo de su misión, es el de las Bodas de Caná relatado por el evangelista Juan (Juan 2,1-12). Se trata de la famosa transmutación del agua en vino que Jesús realizó mientras participaba con algunos discípulos y la Virgen, su madre, en unas bodas en Caná de Galilea. Como el vino se había acabado y los invitados no tenían nada que beber, María pidió a Su Hijo que hiciera algo, y Jesús se hizo traer seis recipientes llenos de agua y la convirtió en vino.
Las Bodas de Caná: explicación, milagro y mensaje
Las Bodas de Caná narran el primer milagro realizado por Jesús, veamos qué mensaje esconde esta narración
Además de representar el momento de la institución del Sacramento del matrimonio por parte de Jesús, las bodas de Caná son el primero de los llamados Siete Signos, los siete milagros que en el Evangelio de Juan relatan el viaje que emprendió Jesús para mostrar a sus discípulos Sus Propios poderes y a qué estaba destinado, antes de llegar a la Última Cena, la Pasión y la muerte. En la práctica, este milagro, al que Él es animado por la Virgen María, representa el inicio oficial de Su misión, que sólo terminará con la Pasión y la muerte.