Protector de los niños y de las mujeres gestantes, Santo Domingo Savio fue un ejemplo de virtudes y cualidades inalcanzables no sólo para sus coetáneos. Muerto muy joven, supo merecer la santidad y es el más joven santo católico no mártir
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Ya hemos dedicado un breve espacio a Santo Domingo Savio, discípulo de San Juan Bosco, el Santo protector de las parturientas, en un artículo dedicado a los Santos protectores de las mujeres. La razón por la que este muchacho es invocado por las mujeres embarazadas y las futuras madres, especialmente cuando se encuentran en peligro, está relacionada con la leyenda del pequeño hábito de Santo Domingo, con el que el Santo salvó la vida de su madre durante un parto difícil.
Pero Santo Domingo es también el santo protector de los niños, especialmente de los pueri cantores y monaguillos, porque murió muy joven, con sólo catorce años.
Las parturientas que temen por sí mismas y por su hijo que está por nacer peregrinan a la capilla del santuario de María Auxiliadora en Turín. Aquí se conservan los restos del joven Santo Domingo.
Don Bosco y Santo Domingo Savio
Cuando Don Bosco conoció al futuro Santo Domingo, éste sólo tenía 12 años. Sin embargo, el fundador de los Salesianos quedó muy impresionado por este niño tan dulce y precoz, que parecía tener las ideas muy claras sobre cuál habría sido su futuro, hasta el punto de que acogió con gusto el deseo del pequeño Domingo de estudiar y se lo llevó consigo al oratorio de Valdocco, en Turín. Domingo no quería simplemente ser sacerdote: él sabía, sentía, que su destino era convertirse en santo. Lo escribió en una nota, cuando San Juan pidió a todos sus muchachos que escribieran lo que querían, y Domingo escribió: «Ayúdame a ser santo».
Pero Domingo ya había emprendido el camino hacia la Santidad antes de conocer a su mentor. El joven había nacido en el seno de una familia modesta en San Giovanni di Riva, Piamonte. Su padre era herrero, su madre costurera, y Domingo tuvo muchos hermanos y hermanas, la mayoría de los cuales murieron a temprana edad. Él mismo gozaría siempre de una salud precaria, incapaz de vencer la tuberculosis que acabaría con su vida tan joven.
Admitido a la Primera Comunión con sólo siete años, Domingo escribió en otro papel los puntos principales de su programa de vida. Un signo de ingenuidad, si no fuera porque las acciones que realizó en los años siguientes, los pocos que le tocó vivir, confirmaron su determinación en todos los sentidos.
Así escribía el joven Santo:
- «Me confesaré a menudo y comulgaré todas las veces que el confesor me lo permita;
- Quiero santificar los días festivos;
- Mis amigos serán Jesús y María;
- La muerte antes que pecar.»
A estos puntos, Domingo añadió una vida caracterizada por la bondad, la misericordia y el espíritu de sacrificio, así como la asiduidad a la Penitencia y al Sacramento de la Eucaristía.
Don Bosco no se tomó a la ligera la petición del muchacho de ‘ayudarle a ser santo’. De hecho, le explicó los que para él eran los secretos de la santidad: vivir con alegría, observar los deberes del estudio y la oración, hacer el bien a los demás. Santo Domingo fue tan bueno en seguir las instrucciones de su maestro que, cuando cayó enfermo y murió en 1857, Don Bosco se apresuró a escribir su biografía y demostrar sus virtudes heroicas a la Santa Sede.
Después de que se le atribuyeran varios milagros de curación, Santo Domingo fue proclamado Beato en 1950 y canonizado el 12 de junio de 1954. Su memoria litúrgica es el 9 de marzo, pero la Familia Salesiana lo celebra el 6 de mayo.
La historia de Don Bosco
Entre todos los santos y beatos venerados por la Iglesia Católica, Don Bosco ocupa un lugar muy especial…
El escapulario del milagro de Santo Domingo Savio
Famoso por la devoción a Santo Domingo es el “pequeño hábito”, el escapulario que reproduce la imagen del Santo y recuerda al que Domingo puso alrededor del cuello de su madre para invocar la protección de la Virgen sobre ella durante un embarazo peligroso. La historia cuenta que, mientras estudiaba en la escuela de Don Bosco, Domingo pidió visitar a su madre, que sufría a causa de un embarazo difícil. Al verla, el muchacho la abrazó, la besó y, cuando se marchó, la mujer ya se encontraba mejor. No sólo se recuperó, sino que dio a luz a una niña sana. Alrededor de su cuello encontraron un pequeño escapulario de tela cosido como un pequeño hábito y atado con una cinta. Al ser interrogado al respecto, Domenico admitió que había colocado en el cuello de la madre lo que él llamaba «el pequeño hábito de la Virgen». Por eso Santo Domingo también es invocado como el santo de las cunas y de las parturientas, y el pequeño hábito se ha convertido en un objeto de devoción que protege y salvaguarda a las futuras madres y a sus bebés.
Oración a Santo Domingo Savio
He aquí la oración que las futuras madres pueden dirigir a Santo Domingo Savio para invocar su protección durante el embarazo:
Oh Dios, que, a Santo Domingo Savio, discípulo de San Juan Bosco y predilecto de María, le concediste proteger a las Mamás en los riesgos y sufrimientos de su misión, concede por su intercesión, la anhelada gracia de la Maternidad.
Con toda confianza te pido este gran don, interponiendo la intercesión de María, Madre tuya y nuestra, y de Santo Domingo Savio, patrono de las Cunas y de las Madres.
Amén
También se puede rezar la Novena a Santo Domingo Savio, a partir del 28 de febrero, para celebrar su memoria litúrgica.
Meta description: Dotado de una increíble precocidad espiritual, Santo Domingo Savio fue capaz de encantar a San Juan Bosco, quien, a petición suya, lo ayudó a convertirse en santo