El vino de misa, en virtud de la transubstanciación, se transforma en la Sangre de Cristo. Veamos qué características debe tener y descubramos qué es el vin santo.
El vino tiene mucha relevancia en las Sagradas Escrituras. Ya en la cultura judía era un elemento santificador de fiesta, alegría, convivencia y vida. Con el Cristianismo se eleva a un papel aún más central, convirtiéndose, junto con el Pan, en símbolo de la esencia carnal de Cristo, manifestación tangible de Su presencia, que se renueva en cada misa con la Eucaristía. No es casualidad que el primer episodio en el que Jesús manifiesta Su poder, y de hecho el comienzo de Su misión terrena, sea el de las Bodas de Caná, cuando convirtió el agua en vino. Con estas premisas, es fácil comprender cómo el vino de misa no puede considerarse un vino cualquiera. Existen reglamentaciones precisas según las cuales se produce, hay estándares muy estrictos que debe cumplir, para ser considerado como tal, y requiere una autorización de la Curia, que debe renovarse cada dos años, para garantizar su validez y pureza química.
De hecho, en el vino para la misa no debe haber más que uvas, genuinas y no contaminadas por aditivos que anularían su validez en el Sacramento. Para garantizar esta autenticidad, el vino destinado a la misa se somete a pruebas periódicas sobre muestras realizadas por un vicario foraneo encargado del control, y sólo si estas pruebas son positivas la Curia otorga un certificado sobre el vino producido y pone el sello episcopal.
Esta reglamentación está establecida en el Código de Derecho Canónico (canon 924, párrafo 3), que dice lo siguiente: “Vinum debet esse naturale de gemine vite et non corruptum” (El vino debe ser natural, del fruto de la vid, y no corrompido). Incluso la Instrucción Redemptionis Sacramentum (capítulo III, párrafo 50), redactada sobre las instrucciones de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en colaboración con la Congregación para la Doctrina de la Fe, describiendo detalladamente el desarrollo de la Eucaristía, habla de la necesidad de que el vino de la misa no sea desnaturalizado: “El vino que se utiliza en la celebración del santo Sacrificio eucarístico debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. En la misma celebración de la Misa se le debe mezclar un poco de agua. Téngase diligente cuidado de que el vino destinado a la Eucaristía se conserve en perfecto estado y no se avinagre. Está totalmente prohibido utilizar un vino del que se tiene duda en cuanto a su carácter genuino o a su procedencia, pues la Iglesia exige certeza sobre las condiciones necesarias para la validez de los sacramentos. No se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género, que no constituyen una materia válida”.
La producción del vino de misa
¿Qué características debe tener el vino de misa?
La primera norma imprescindible para la producción de vino destinado a la misa es su pureza.
En cuanto a quién puede producirlo, no hay prohibiciones particulares: puede proceder tanto de bodegas vinculadas a conventos, monasterios e instituciones religiosas, como de bodegas privadas, siempre que cumplan los controles previstos por el obispado cada dos años.
En cuanto al color, hasta 1880 el vino de misa debía ser tinto, para recordar el color de la sangre de Cristo, pero posteriormente se dejó libertad de elección entre el vino tinto y el blanco, quizá también porque este último era menos perjudicial en caso de manchas inapropiadas en las vestiduras y el mobiliario sagrado.
5 preguntas y 5 respuestas sobre el vino de misa
Durante la Última Cena, Jesús ofreció a sus discípulos el pan y el vino celebrando, de hecho, la primera Eucaristía…
La elección de utilizar vinos licorosos para la misa, por otra parte, deriva de la forma y la necesidad de conservación. Un vino licoroso de alta graduación alcohólica durará más tiempo y, dado que la cantidad utilizada para la Eucaristía es escasa, se evitarán desperdicios innecesarios.
El vin santo, el típico vino blanco dulce, se convierte así en el vino de misa por antonomasia. El vin santo puede ser un vino de misa si cumple las normas que hemos indicado anteriormente. En nuestra tienda en línea encontrarás, entre otros, un vino de misa que puede ser una alternativa válida al vin santo: se trata del Vino de Misa Marsala Sicilia licoroso blanco, producido a partir de uvas de calidad ‘zibibbo’ por la la empresa vinícola Fratelli Fici, un vino de calidad superior y genuinidad garantizada. Otro vino de misa que encontrarás en nuestra tienda es el Martinez, un vino dulce y licoroso producido por la histórica empresa Martinez, que produce vino de misa seco blanco y tinto y vino de misa Marsala.
Vin Santo, ¿por qué se llama así?
El vin santo toscano es famoso como vino de postre. En cualquier trattoria (mesón) y restaurante entre Toscana y Umbría, encontrarás en la carta de postres el inevitable Vin santo y los cantucci, las típicas galletas de almendra toscanas.
Se produce únicamente a partir de racimos seleccionados de uvas blancas que se dejan secar después de la vendimia según un procedimiento antiguo y especial, destinado a enfatizar el dulzor del producto final. Según la leyenda, el nombre de vin santo derivaría del hecho de que en el siglo XIV se daba a los apestados como vino de misa, y que éstos lo llamaban ‘santo’ por este motivo. Al mismo tiempo, empezaron a circular rumores de que este vino tenía efectos milagrosos.
Otra versión cuenta que fue el Obispo de Nicea, durante un Concilio convocado en 1439 para reunificar las Iglesias occidental con la oriental, quien probó el vino toscano y lo llamó Xantos, como el vino producido en la homónima isla. Los presentes habrían transmitido entonces erróneamente su declaración utilizando el adjetivo “santus”. A esto se añade el hecho de que la elaboración del Vin santo coincide con fechas importantes del calendario litúrgico, como el día de Todos los Santos, en el que se prensaban las uvas.