La congregación camaldulense de la Orden de San Benito

La congregación camaldulense de la Orden de San Benito

La congregación camaldulense de la Orden de San Benito

En la Orden de San Benito se incluyen todos los monasterios autónomos y congregaciones que viven según la regla establecida por San Benito de Nursia. Esa regla, elaborada por el Santo y afirmada desde 817 en adelante, se basa en el lema Ora et labora, reza y trabaja. En esta sencilla fórmula se encuentra la filosofía de vida y la elección de fe de los Benedictinos: acercar a la oración y la vida contemplativa el trabajo manual.

En el tiempo, y hasta ahora, han asumido una importancia cada vez más relevante los productos que los Monasterios benedictinos realizan de manera autónoma y venden. Se trata especialmente de productos cosméticos, como los que volvieron famosos del Monasterio de Camaldoli, a menudo realizados con métodos que se basan en las tradiciones antiguas, realizados en el pleno respeto de la naturaleza con ingredientes simples y seguros. Pensamos, por ejemplo, a todos los productos a base de hierbas medicinales y aceites esenciales. En particular, una gran fama y difusión ha conocido el Óleo 31, una preparación a base de hierbas con una fórmula antigua, que todavía los Monjes Camaldulenses producen y empaquetan. El óleo 31 se compone de 31 aceites esenciales extraídos de otras tantas hierbas medicinales. Posee muchas propiedades curativas, refrescantes, balsámicas, tonificantes y desinfectantes, y por esto es apreciado e imitado en todo el mundo.

Se puede utilizar para combatir con éxito los dolores en las articulaciones o los músculos, tales como la lumbalgia, la cervical o la tortícolis; como un tónico para los dolores de cabeza; como una cura para los resfriados y problemas respiratorios, y muchos otros campos.

Los productos fabricados por la Orden de San Benito no sólo están relacionados con las hierbas medicinales. También están disponibles productos de la colmena, como miel, jalea real, cera, caramelos. Y luego los destilados, los licores de hierbas, las grappas y los vinos. Un mundo simple, genuino, antiguos sabores y aromas que nos dan una degustación de inestimable sabor e historia perdida, que se renueva gracias a la habilidad y la dedicación de los monjes.