Los carillones navideños son objetos decorativos que enriquecen el ambiente festivo con magia y un toque de nostalgia, así como ideas de regalo realmente especiales para cada ocasión
¿Quién no ha experimentado alguna vez el encanto intemporal y un tanto melancólico de los carillones? Con su melodía tranquilizadora y su sonido dulce y melodioso, estos mágicos artilugios llevan siglos encantando tanto a los amantes de la música como a todo aquel dispuesto a prestar oídos a su sugerencia. Estos instrumentos musicales, a menudo ofrecidos como regalos especiales, enriquecidos con encantadores adornos, alcanzan su consagración durante la época festiva. He aquí, pues, los carillones navideños, una tradición fascinante que se extiende a lo largo del tiempo, llevando consigo un aura de nostalgia y calidez.
Durante la época navideña, los carillones adquieren un significado aún más especial. A menudo asociados a la magia de las fiestas, los carillones pueden estar decorados con motivos navideños, representar escenas de la Natividad y tocar melodías festivas tradicionales. Su presencia contribuye a crear un ambiente mágico y a envolver los entornos con las notas cálidas y acogedoras de las canciones navideñas. A veces se trata de objetos domésticos, transmitidos de generación en generación, que se han convertido en parte integrante de las tradiciones familiares, hasta el punto de llevar consigo no sólo la alegría de las fiestas, sino también una continuidad de lazos afectivos que trasciende el tiempo. Una llamada a la belleza y a la música que se convierte en puente entre el pasado y el presente, entrelazando las vidas del oyente como dulces melodías de un pasado perdido.
Carillón: historia
El término carillón puede derivar de la palabra francesa carillonner, que significa tocar campanas, o timbres, pero más probablemente del latín quaternione o quatrinio. Hay que imaginar cómo, en la antigüedad, las campanas se utilizaban no sólo con fines religiosos, sino también cívicos o simbólicos, para anunciar un acontecimiento importante, para convocar a la gente de las aldeas y del campo. En algún momento se decidió conectar las campanas de los campanarios y torres cívicas a un sistema que permitía tocarlas con un teclado no muy diferente al de un órgano. Esta transformación tuvo lugar probablemente en el siglo XIV y pronto se popularizó en Francia, los Países Bajos, Bélgica y Alemania. Estas campanas solían estar dispuestas en series de cuatro y tomaron el nombre de quadrinione o quatrinio, del que más tarde vendría el vernáculo quarellon para convertirse en carillón. De este modo, desde las torres de las iglesias y los ayuntamientos de muchas ciudades europeas era posible difundir no sólo el sonido de las campanas, sino auténtica música por las plazas, los campos y los pueblos. Con el paso del tiempo, la tecnología y la mecánica evolucionaron, dando lugar a la creación de carillones de campanas más complejos y refinados, con un repertorio de piezas musicales cada vez más amplio. Además, el mismo mecanismo de los carillones de campana comenzó a utilizarse para objetos más pequeños.
Simultáneamente a la invención del reloj mecánico, algunos artesanos empezaron a utilizar el mecanismo del reloj como motor de pequeñas ruedas dentadas equipadas con pivotes. Al girar la rueda, los pivotes accionaban palancas que hacían sonar campanas dispuestas para formar una melodía. Así nacieron en Francia las primeras boite à musique, las cajas de música, al principio grandes y engorrosas, a veces verdaderos muebles, luego, con el tiempo, por obra de artesanos cada vez más refinados, como Antoine Favre, relojero suizo, progresivamente más pequeñas y con mecanismos más refinados. Las ruedas fueron sustituidas por cilindros dentados. Favre patentó el carillon sans timbre ni marteau en 1796. Así comenzaron a difundirse los carillones tal y como los conocemos, con las formas más diversas y adornados con decoraciones imaginativas y variadas.
Con el tiempo, se introdujeron mejoras cada vez más refinadas. Las palas segmentadas se sustituyeron por un solo peine dentado, con palas de diferentes tamaños y grosores, y se insertaron amortiguadores para limitar sus vibraciones.
El carillón moderno produce música haciendo girar a velocidad constante un cilindro provisto de clavijas colocadas de tal manera que recrean una línea melódica al golpear y hacer vibrar las pequeñas láminas de acero dispuestas en forma de peine, cada una de diferente longitud y grosor. El cilindro gira gracias a una manivela o a un muelle espiral con llave, que permite al carillón tocar hasta que se agota la carga, ralentizándose al frenar el movimiento del cilindro. Este tipo de instrumentos se denominan lamelófonos o idiófonos punteados. Sin embargo, también hay cajas de música fabricadas con pequeños platillos o campanas, y en 1894 se patentó en Alemania una que producía la melodía gracias a un disco perforado.
Por qué regalar un carillón
Aún hoy, los carillones no son sólo instrumentos musicales, sino símbolos de amor, afecto y tradición. Regalar un carillón es un gesto original, adecuado para cualquier ocasión, desde las más importantes y especiales, como bautizos, comuniones, confirmaciones, bodas, cumpleaños o aniversarios, o siempre que quieras comunicar a alguien lo importante que es para ti. Su armonioso sonido evoca recuerdos y emociones únicos, y la elección del carillón y la melodía es un gesto que va más allá del valor del simple objeto. Incluso hoy en día, aunque sustituida en parte por tecnologías más avanzadas, el carillón conserva su encanto y presencia en la vida cotidiana gracias a su capacidad para estimular emociones y recuerdos a través de su encantadora y nostálgica melodía.
Una carillón también puede ser un maravilloso complemento para la decoración del hogar, añadiendo un toque de elegancia y sofisticación a cualquier estancia. La cuidada elaboración y el diseño especial y elegante transforman el carillón en un mueble extraordinario y visualmente impactante. Su presencia no sólo deleita el oído, sino que también puede ser un encantador elemento decorativo. No es casualidad que muchas mujeres utilicen los carillones como joyeros.
Con figuras que se mueven, luces que se encienden, mecanismos que giran, el carillón se convierte en un auténtico tesoro lleno de secretos tanto para adultos como para niños. No en vano, hay carillones hechos a mano que pueden ser muy valiosos, y muchos coleccionistas coleccionan estos maravillosos mecanismos. En particular, cuando se acercan las fiestas, nos gusta pensar en los carillones navideños coleccionables, cuyos adornos de temática navideña enriquecen el ambiente con calidez y música.
Además de los preciosos carillones para coleccionar, hay muchos carillones navideños que también son accesibles para los no coleccionistas, pero que encantan y fascinan a grandes y pequeños durante las fiestas. Además de las guirlandas, los manteles y otros adornos navideños que no pueden faltar en el hogar durante las fiestas, los carillones navideños aportarán color, alegría y un ambiente único durante toda la temporada festiva.
En nuestra tienda en línea encontrarás varios de ellos, adecuados para todas las edades y ocasiones, espléndidos para colocar en una estantería o en la repisa de la chimenea en Navidad, o como una idea de regalo original y sin duda apreciada.
El Árbol de Navidad giratorio con luces LED de colores gira sobre sí mismo y se ilumina. Mide 35 cm de alto, está decorado con purpurina para simular la nieve y con piñas, Papá Noel, muñecos de nieve y bolas. Funciona con pilas, pero tiene todo el encanto de las antiguos carillones de llave o manivela.
Alegre y de color rojo vivo es el carillón de Navidad con Papá Noel en el tren cargado de regalos. El mecanismo gira sobre sí mismo al son de We Wish You A Merry Christmas. Está fabricado en plástico y resina, al igual que el carillón en forma de árbol de Navidad decorado con regalos y juguetes.
Por último, para evocar la magia de la Navidad, pero también la nostalgia de la infancia, el carillón en forma de carrusel de caballos rojos y blancos, que gira sobre sí mismo al son de Moonlight Sonata di Beethoven.