La noche de San Silvestre entre leyendas y tradiciones - Holyart.es Blog

La noche de San Silvestre entre leyendas y tradiciones

La noche de San Silvestre entre leyendas y tradiciones

En la víspera de Año Nuevo celebramos la memoria de San Silvestre, una de las figuras más eminentes del Cristianismo primitivo. Pero también hay muchas tradiciones populares vinculadas a esta fecha tan especial. Descubrámoslas juntos.

Pocas veces, al oír hablar de la noche de San Silvestre, lo primero que pensamos es en Silvestre I, el trigésimo tercer Papa de la Iglesia católica, que murió el 31 de diciembre de 335. Y no porque este Santo carezca de méritos, nada de eso. Se dice que fue responsable de la conversión del emperador Constantino el Grande, que reconoció el Cristianismo como religión y contribuyó en gran medida a su difusión.

No sólo eso. Durante los 21 años de pontificado de San Silvestre, se convocó en Nicea el primer Concilio Ecuménico, presidido por el mismo Constantino, con el objetivo de sanar los contrastes que dividían a los cristianos, ligados a doctrinas como el Arrianismo, para lograr la paz y la unidad religiosa.

Sin embargo, aunque la Nochevieja del 31 de diciembre se celebra en todo el mundo, no todo el mundo conoce la correlación entre la última noche del año y San Silvestre.

Quién fue San Silvestre

El Papa Silvestre fue así uno de los primeros pontífices que no tuvo que enfrentarse a las persecuciones que condenaron la existencia de los primeros cristianos. Incluso el emperador Constantino le cedió el Palacio de Letrán como residencia privada y, a su instancia, fundó la primera basílica de San Pedro en la Colina del Vaticano para albergar los restos del apóstol Pedro.
Pero, aunque el Cristianismo era ya aceptado y reconocido como religión, se veía amenazado por las controversias internas, que amenazaban con dividirlo en diferentes profesiones de fe, justo cuando estaba ganando su propio reconocimiento.

Además, Silvestre, como Papa, tuvo que lidiar con el propio emperador Constantino, quien, por un lado, liberó a los cristianos de las persecuciones, pero, por otro, exigía intervenir directamente en cuestiones de fe y en los debates sobre los dogmas. Por esta razón, tanto en el Concilio de Arlés (314 d.C.), en el que se combatió la herejía de los Donatistas, como en el Primer Concilio Ecuménico de Nicea (325 d.C.), convocado para oponerse a la herejía Arriana, Silvestre no pudo participar en los debates, sino sólo someterse a las decisiones tomadas por el Emperador y los Obispos que estaban bajo su mando.
Esto no le impidió realizar grandes esfuerzos para mejorar la vida de los cristianos en Roma, donde erigió hasta ocho basílicas y se dedicó a asistir a los más pobres y necesitados. Sus contemporáneos no dejaron de apreciarlo como pontífice, hasta el punto de que lo apodaron Confesor de la Fe, título honorífico utilizado a partir del siglo IV para honrar a los hombres de Fe que se convirtieron en portadores de la palabra de Cristo en virtud de su coraje y sabiduría, a través de sus escritos, acciones y predicación. Silvestre fue uno de los primeros en merecerlo.

Por sus virtudes y extraordinarias capacidades, la fiesta del 31 de diciembre fue dedicada a Silvestre justo un año después de su muerte.

Los orígenes de la fiesta

Aparte de la fecha, no parece haber nada que vincule la conmemoración de San Silvestre con la fiesta de Nochevieja. Es cierto que en la noche de San Silvestre siempre ha existido la tradición de recitar el Te Deum para dar gracias a Dios por el año que acaba de terminar. Pero, en realidad, parece muy claro que las tradiciones asociadas a la noche de San Silvestre tienen orígenes muy distantes de la vida y la muerte del Santo. Muchos de ellos tienen sus raíces en un pasado pagano, vinculado a antiguos pueblos y civilizaciones que habitaban el continente europeo mucho antes de la llegada del Cristianismo.

En este sentido, hay que tener en cuenta que el fin de año no siempre ha coincidido con el 31 de diciembre. Para los celtas, el año terminaba con el solsticio de invierno, cuando los días empezaban a alargarse imperceptiblemente, en comparación con las noches oscuras.

Los antiguos romanos, en cambio, celebraban el inicio del Año Nuevo el 1 de marzo. Incluso después de la adopción del calendario gregoriano, en algunas zonas el pueblo prefirió seguir celebrando el final del año viejo y el comienzo del nuevo en fechas diferentes y según antiguos rituales, vinculados al triunfo de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte, que con el tiempo llegaron a coincidir con la Resurrección de Cristo, con Su victoria sobre la muerte y el mal.

Sigue siendo fascinante ver cómo algunas de las tradiciones de la noche de San Silvestre que aún hoy están extendidas por todo el mundo, aunque con muchas variaciones, son el reflejo de antiguas costumbres populares y paganas.

Las tradiciones de la noche de San Silvestre

Las tradiciones de la noche de San Silvestre van mucho más allá de las tradiciones culinarias de las fiestas navideñas, pero al igual que las tradiciones navideñas, las de Nochevieja también cambian de un país a otro.

2023

Comenzamos con las lentejas, un gran clásico de la Nochevieja, símbolo de buena suerte y prosperidad para el nuevo año. Ya los antiguos romanos se habían dado cuenta del parecido de estas legumbres redondas con las pequeñas monedas y las regalaban dentro de un monedero de cuero, la escarcela, con el buen augurio de que se convirtieran en verdaderas monedas. Su forma, y el hecho de que cuando se cocinan duplican su tamaño, ha hecho que su reputación esté ligada al dinero y la riqueza. Si comes lentejas en Nochevieja, quizás acompañadas de cotechino y zampone, puedes esperar un Año Nuevo rico y afortunado.

“Chi mangia l’uva per Capodanno conta i quattrini tutto l’anno” (El que come las uvas en Nochevieja cuenta su dinero todo el año) así dice un viejo proverbio italiano. Las uvas también eran consideradas por los romanos como sinónimo de riqueza y abundancia. Comer uvas, o incluso tenerlas en la mano, al dar la medianoche, es garantía de un Año Nuevo rico y próspero. En España y en los países latinoamericanos, donde la víspera de Año Nuevo la llamamos Nochevieja, cuando llega la medianoche existe la costumbre de comer doce uvas, al ritmo de las campanadas. Cada uva corresponde a un mes del año.

En otros lugares, en lugar de uvas, se pueden comer doce frutos redondos, o granos de granada, otra planta considerada sagrada desde la antigüedad, símbolo de fertilidad y riqueza.

En Estados Unidos, pero también en Alemania e Irlanda, todas las verduras verdes, especialmente la col repollo, la col de Saboya, el brócoli y las acelgas, no pueden faltar en la cena de Nochevieja para asegurar la buena suerte y la riqueza para el nuevo año.

Siguiendo en el ámbito de la alimentación, muchas culturas desaconsejan comer gambas o langostas en Nochevieja, porque son animales que caminan hacia atrás y podrían ser un mal augurio para el Año Nuevo. Lo mismo ocurre con el pollo y las aves en general, que podrían hacer volar lejos la buena fortuna. Por otro lado, el cerdo, que con su simpático gruñido está siempre en busca de comida, se considera un símbolo de prosperidad y buena suerte.

La costumbre de encender petardos y fuegos artificiales se remonta al deseo de ahuyentar a los espíritus malignos y a los demonios con el ruido, y de iluminar la noche con la luz purificadora del fuego. Incluso el simple «golpe» de un corcho de vino espumoso es válido como remedio contra el mal de ojo.

Así como tirar los objetos viejos y rotos por la ventana es una forma de dejar atrás el año pasado, quizás deshaciéndonos de algo que nos mantiene atados al pasado de forma dañina. En Alemania y Japón la gente rompe los platos y las cosas viejas para deshacerse de la ira.

En cuanto a la ropa interior roja para la buena suerte, ya los antiguos romanos vestían de rojo la última noche del año porque ese color recordaba la sangre y exorcizaba el miedo a la guerra. Hoy es una costumbre mucho menos cruenta. Lo más importante es que la ropa interior no se compre, sino que alguien se la regale, y que sólo se utilice una vez.

¿Y tú qué tienes preparado para el Año Nuevo 2023? El 2022 no fue un año fácil, pero sólo podemos esperar que lo terminemos serenamente y que el Año Nuevo traiga paz y prosperidad.