La Virgen inmaculada es una definición de la Virgen María que pone de relieve su ser libre del pecado original desde antes del nacimiento. Es decir, la Virgen inmaculada nació sin pecado original, a diferencia de lo que la Iglesia afirma para todos los demás seres humanos.
Su concepción fue normal, como cualquier niña, pero en el vientre de su madre no se le transmitió el pecado original. María nació completamente santa, bendita, inmune del mal.
Dios hubiera querido así crear una madre perfecta y sin pecado en cuyo vientre puso a su Hijo. El Espíritu Santo descendió sobre ella haciendola una nueva mujer, única, destinada a la Salvación del mundo.
La Virgen Inmaculada es el símbolo de la Redención, es la primera redimida, por voluntad divina. Ella es la nueva Eva, el nuevo principio de la comunión y del amor con Dios, turbado por el acto de desobedienciaconsumido en el Edén, el remendar una relación rota por el pecado, pero nunca repudiado.
La Virgen inmaculada representa en su propio ser el símbolo de la voluntad del Padre para salvar a toda la humanidad por medio de su Hijo hecho hombre. La Inmaculada concepción de María es el amanecer de un nuevo mundo.
La Virgen inmaculada representa la perfección absoluta encarnada en un ser humano: dulzura infinita, bondad, belleza. Esto la hace la intermediaria privilegiada entre los hombres y Dios.
A ella, podadora de amor y gracia, los fieles se dirigen en busca de confort y seguridad, consolación y verdad, en cada época marcada por las dudas, por la corrupción, por la desesperación. En su ser símbolo de sacrificio y abnegación total a la voluntad de Dios, la Virgen inmaculada es símbolo de inmenso y desinteresado Amor e indica el camino para la salvación a todos los que dirigen a ella su propia oración.
Pío IX declaró el dogma de la inmaculada concepción en 1854 y desde entonces se celebra el 8 de diciembre. La devoción a la Virgen Inmaculada se relaciona con diversas apariciones, entre las cuales las de Lourdes.