La Virgen María, María de Cleofás y María Magdalena: estas son las mujeres piadosas que presenciaron la muerte de Jesús en la Cruz.
Ya nos hemos detenido para hablar en varias ocasiones del cariño que Jesús reservaba a las mujeres que lo seguían. Los Evangelios mencionan su presencia entre los discípulos, y algunos de ellos nos han dejado nombres y descripciones que nos han permitido imaginarlas. Pensemos, por ejemplo, en Marta y María de Betania, hermanas de Lázaro, que acogieron a Jesús en su casa como a un hermano, o en María Magdalena, considerada apóstola entre los apóstoles porque fue la primera en anunciar su Resurrección. En particular, Juan en su Evangelio nos habla de las mujeres piadosas que estaban bajo la Cruz durante el suplicio de Jesús: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, María la mujer de Cleofás, que era hermana de su madre, y María Magdalena” (Juan 19,25-27).
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También había varias mujeres entre los discípulos.
Aquí están, las tres mujeres piadosas.
La Virgen María, madre de Jesús.
María de Cleofás, su tía (como esposa de Cleofás, hermano de San José) así como madre del Apóstol Santiago, conocido como el Menor.
La mencionada María Magdalena, la “penitente” de Magdala, quien para ciertos Evangelios apócrifos fue la compañera o incluso la esposa de Jesús.
En realidad, fueron muchas más las mujeres que seguían a Jesús y que presumiblemente acompañaron su Pasión. Ana Catalina Emmerick, una mística alemana que en una de sus visiones revivió toda la Pasión, describiéndola con detalles no relatados en los Evangelios, pero confirmados por otras fuentes, nombra al menos diecisiete mujeres.
Sin embargo, en los Evangelios se mencionan principalmente a las mujeres piadosas, también llamadas las tres Marías.
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Mención aparte merece María, Madre de Jesús, partícipe de su inmenso dolor físico y moral. Si bien, al pensar en la Pasión y la Crucifixión, es natural centrar la atención en lo que sucede en la Cruz, también vale la pena detenerse en aquellos que al pie de la Cruz sufrieron no menos dolor, con dignidad y resignación. María, que sabía desde el principio que ese habría sido el destino reservado para ella, desde el momento en que aceptó la invitación de Dios (“Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” Lucas 1, 38-39) y, posteriormente, gracias a la profecía de Simeón («Este niño está destinado a causar la caída y el levantamiento de muchos en Israel, y a crear mucha oposición, a fin de que se manifiesten las intenciones de muchos corazones. En cuanto a ti, una espada te atravesará el alma» Lucas 2, 34-35). A lo largo de la vida de Jesús ella se preparó para ser traspasada por esa espada cruel, y su agonía silenciosa es la más conmovedora que uno pueda concebir.
Quiénes son las mujeres al pie de la Cruz
En los evangelios canónicos, las tres mujeres piadosas se describen de diferentes maneras. Mateo habla de tres mujeres al pie de la Cruz, dos llamadas María (María de Magdala, María madre de Santiago y de José), y la madre de los hijos de Zebedeo, pero no menciona a la Virgen (Mateo 27,55- 56). Marcos también habla de dos Marías (María de Magdala y Maria de Cleofás) y una Salomé, omitiendo a la Virgen María.
Lucas no indica cuántas mujeres eran, ni sus nombres (Lucas 23,49), mientras que, como ya hemos visto, Juan es mucho más preciso. Precisamente de su relato procede la tradición de las tres Marías.
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Las Marías frente al Santo Sepulcro
Siempre tres mujeres son las protagonistas de la Resurrección de Cristo, en la historia del descubrimiento de Su tumba vacía. También en este caso las mujeres que fueron al sepulcro a traer la mirra para el cuerpo de Cristo (de ahí el nombre «miróforas», portadoras de mirra) son señaladas como las tres Marías, ya presentes en el momento del deposición y embalsamamiento del cuerpo de Jesús por parte de José de Arimatea y Nicodemo.
En particular, Marcos cuenta cómo María de Magdala, María madre de Santiago y Salomé, fueron al sepulcro de Jesús, después de comprar aceites aromáticos, y encontraron la piedra que lo cerraba que había sido removida, y dentro un joven que les anunció la Resurrección de Jesús (Marcos 16,1-8).
En Mateo hay dos mujeres, María de Magdala y “la otra María”, que presencian la apertura milagrosa del sepulcro por parte de un ángel, que les anuncia que Cristo ha resucitado y les da el encargo de informar a los discípulos (Mateo 28,1-10).