Los Santos Auxiliadores son invocados en situaciones de enfermedad y grave peligro. Entre creencias medievales y fe, he aquí quiénes son y cómo se desarrolló su culto
Invocar a Dios, a la Virgen, a los Ángeles o a los Santos para pedir ayuda y consuelo en casos de peligro, enfermedades graves, o incluso simplemente situaciones angustiosas, es una práctica intrínseca en la historia de la humanidad. En el universo de la devoción cristiana, existen los Santos Patronos, que velan por determinadas categorías de personas, o ciudades y pueblos, y Santos curanderos, invocados para tratar enfermedades específicas. A estos Santos se han dirigido los fieles desde tiempos inmemoriales para obtener gracias y protección en situaciones de angustia, buscando apoyo no sólo espiritual, sino también físico. También están los Santos Auxiliadores, un conjunto de catorce santos invocados por los cristianos en circunstancias de especial necesidad, a menudo relacionadas con la búsqueda de la curación de enfermedades específicas y graves peligros. El origen de esta devoción se remonta probablemente a Alemania en el siglo XIII, pero la difusión del culto a los Santos Salvadores se aceleró considerablemente durante las devastadoras epidemias de peste negra del siglo XIV y se extendió por toda Europa. Se les dedicó una fiesta común, el 8 de agosto, pero con la reforma del calendario santoral en 1969, el culto a los Catorce Santos Salvadores fue suprimido por Papa Pablo VI. No obstante, el legado de esta veneración y la historia de los milagros atribuidos a los Catorce Santos Salvadores siguen suscitando interés y curiosidad, representando un capítulo significativo en la rica historia de la devoción popular católica.
Santos Sanadores a los que recurrir contra las enfermedades
El hombre siempre ha pedido ayuda y consuelo a Dios en caso de enfermedades graves…
Historia del culto
El culto dedicado al grupo de los Santos Auxiliadores se extendió y cobró importancia, sobre todo a raíz de las extraordinarias apariciones presenciadas por el pastorcillo Hermann Leicht de Langheim, una pequeña localidad bávara a orillas del río Meno conocida hoy como Lichtenfels. El 17 de septiembre de 1445, el Niño Jesús se apareció a Hermann rodeado de innumerables velas encendidas. El 29 de julio de 1446, en el mismo lugar, se repitió la aparición, pero esta vez el Niño Jesús iba acompañado de catorce niños. Hermann les preguntó quiénes eran, y ellos se identificaron como los catorce salvadores, pidiendo que se erigiera una capilla en su honor.

La noticia de estas apariciones se difundió rápidamente, cobrando mayor impulso gracias a la recuperación milagrosa de una joven gravemente enferma que había sido llevada al lugar de las visiones. La población y los peregrinos, cada vez más numerosos, pidieron con insistencia la construcción de una capilla en honor de los Santos Auxiliadores. Las peticiones eran tan apremiantes que incluso el abad del monasterio cisterciense de Langheim cedió y permitió la construcción de la capilla. A pesar del derrumbe y la destrucción durante la Guerra de los Campesinos en 1524-1526, la iglesia se construyó en 1543, pero la creciente devoción a los Santos Auxiliadores requería un santuario más imponente. Entre 1743 y 1772, el arquitecto e ingeniero Johann Balthasar Neumann diseñó un santuario propio, símbolo tangible de la profunda devoción de la comunidad: el Santuario Vierzehnheligen.
Con la supresión del monasterio cisterciense de Langheim en 1803 debido a las leyes napoleónicas, el santuario pasó a estar bajo la dirección de la orden franciscana a partir de 1839. Cada año, alrededor de medio millón de visitantes acuden a este lugar sagrado, lo que atestigua la importancia y la persistencia de la devoción a los Santos Auxiliadores.
¿Quiénes son los Santos Auxiliadores?
La lista de Santos Auxiliadores incluye figuras como San Acacio (o Agacio), invocado contra la migraña, Santa Bárbara, protectora contra los rayos, la fiebre y la muerte repentina, San Blas, contra los problemas de garganta, y Santa Catalina de Alejandría, reconocida por su intercesión en las enfermedades de la lengua. Otros miembros de este grupo incluyen San Ciriaco de Roma, invocado contra las tentaciones y las obsesiones diabólicas, y San Cristóbal, considerado protector contra la peste y los huracanes.

El papel específico de cada santo en la lucha contra las enfermedades y la adversidad es un elemento distintivo de la devoción a los Santos Auxiliadores. Por ejemplo, se invoca a San Dionisio contra los dolores de cabeza, a San Egidio contra el pánico y la locura, y a San Erasmo contra los dolores abdominales. Además, el pueblo cristiano dirigía sus súplicas a San Eustaquio, protector contra los peligros del fuego, y a San Jorge, cuyo patrocinio se extendía a las infecciones cutáneas. Algunos de los Santos Auxiliadores se ocupaban de cuestiones específicas relacionadas con la vida cotidiana, como Santa Margarita de Antioquía, invocada contra los problemas del parto, y San Pantaleón, considerado protector contra los achaques de la tisis. Otro miembro importante de este grupo era San Vito, invocado contra la corea, la hidrofobia, el letargo y la epilepsia.
Es interesante notar que, en algunos contextos, se producen sustituciones en la lista, con figuras como Santa Dorotea, San Magnus de Oderzo, San Sebastián, San Pancracio y otros que están incluídos en determinadas circunstancias. Esta flexibilidad en la composición de los Santos Auxiliadores refleja la riqueza y diversidad de la devoción popular, que se adapta a las necesidades y tradiciones locales.
San Acacio o Agazio
San Acacio, reconocido como protector de las tropas militares, es una figura venerada por los fieles, que se dirigen a él en diversas circunstancias. Su intercesión se invoca especialmente contra la migraña y el dolor de muelas. Además, los creyentes se dirigen a San Acacio para obtener consuelo durante largas agonías y para invocar su protección contra la sequía. San Acacio era un centurión del ejército romano, originario de Capadocia. Murió mártir hacia el año 304 d.C., tras ser acusado por el tribuno Firmo y el Procónsul Bibiano de ser cristiano. Tras duras torturas y tormentos, fue decapitado en Bizancio durante los reinados de Diocleciano y Maximiano. El emperador Constantino el Grande construyó una iglesia-santuario en su honor en la Kariya de Constantinopla. En el rito latino se le conmemora el 8 de mayo. En Squillace y Guardavalle, de las que es patrón, su fiesta se conmemora el 7 de mayo.
Santa Bárbara
El 4 de diciembre está dedicado a la memoria litúrgica de Santa Bárbara, figura venerada como patrona de bomberos, marineros y mineros. Nacida en Turquía, Santa Bárbara sufrió el martirio en el siglo III d.C. a manos de su propio padre, Dioscuro, colaborador del emperador Maximiano Hercúleo.
Durante la fiesta de Santa Bárbara, celebrada con motivo de su martirio, que cae el 4 de diciembre, los devotos participan en procesiones y oraciones. En muchas comunidades, es tradición encender fuegos artificiales en honor de la santa, que también es patrona de los artificieros. Un ejemplo significativo de estas celebraciones se encuentra en Paternò, en la provincia de Catania, ciudad de la que Santa Bárbara es patrona. Se invoca a Santa Bárbara contra los peligros relacionados con el fuego, como los rayos.
San Blas
San Blas de Sebaste, obispo y mártir que vivió en Armenia entre los siglos III y IV, es venerado por los milagros que se le atribuyen y venerado por sus fieles como sanador y médico. Su veneración se basa en su fama de santo al que invocar en casos de enfermedades de garganta, hasta el punto de que se le reconoce como patrón de los otorrinolaringólogos, los médicos especializados en enfermedades de oído, nariz y garganta.
San Blas: el santo a ser invocado para el dolor de garganta
La devoción a San Blas de Sebaste, médico y patrono de los otorrinolaringólogos, que cura las enfermedades de la garganta.
Santa Catalina de Alejandría
Santa Catalina de Alejandría es una figura venerada como santa tanto por la Iglesia católica como por la ortodoxa. Su reconocimiento va acompañado del símbolo identificativo de una rueda rota. El Martirologio Romano conmemora la memoria de su culto el 25 de noviembre, describiendo a Santa Catalina como una virgen y mártir llena de agudo ingenio, sabiduría y extraordinaria fortaleza de ánimo. Por haber muerto decapitada, Santa Catalina de Alejandría es, entre otras cosas, patrona de las niñeras, los niños, las parturientas y los migrañosos. Su santidad se ve reforzada por las leyendas que rodean su sepulcro. Se dice que de ella rezumaban leche y aceite, líquidos que tenían el poder de curar cualquier enfermedad. Estas historias alimentaron la devoción popular, creando un profundo vínculo entre la figura de Santa Catalina y el bienestar físico y espiritual de los fieles.

San Ciriaco de Roma
San Ciriaco de Roma, diácono de la Iglesia de Roma y mártir, compartió su destino con sus compañeros Largo, Memmia, Crescencio, Juliana y Smaragdo. Su martirio culminó con su decapitación el 16 de marzo de 306 en la Vía Salaria. La Iglesia católica conmemora su memoria el 8 de agosto, día en que el Papa Marcelo trasladó sus cuerpos desde el lugar de su martirio, a lo largo de la Vía Salaria, hasta la séptima milla de la Vía Ostiense.
San Ciriaco es venerado como Santo Auxiliador, invocado especialmente contra las tentaciones y las obsesiones diabólicas, sobre todo en momentos cruciales como la muerte. Su santidad está ligada a un acontecimiento particular durante su encarcelamiento por la fe: San Ciriaco exorcizó a Artemia, hija de Diocleciano, que estaba poseída por el demonio, y posteriormente la bautizó.
San Cristóbal
San Cristóbal, mártir en Licia en el año 250 durante la persecución del emperador Decio, es recordado por la leyenda de que llevaba sobre sus hombros a un niño, que más tarde resultó ser Jesús. El Martirologio Romano recoge la memoria de su culto el 25 de julio. La Iglesia católica occidental dedica el 25 de julio a San Cristóbal, reconociéndole como protector de los peregrinos, chóferes (los soldados que conducen vehículos), viajeros, deportistas, fruteros y jardineros. Se invoca su intercesión contra diversos peligros, como los del mar, los rayos, los huracanes, los demonios, el hambre, los accidentes de todo tipo, la muerte súbita, el dolor de muelas y la peste. La figura de San Cristóbal representa la guía segura y la protección para quienes emprenden viajes o se enfrentan a peligros.
San Cristóbal, el santo protector de los peregrinos
San Cristóbal es recordado como el patrón de los peregrinos. Historia y leyendas se mezclan para crear un culto…
San Dionisio
San Dionisio, santo francés venerado por la Iglesia Católica como mártir y patrón de París, es una figura rodeada de misterio y devoción popular. Se cree que murió mártir entre 250 y 270, y en el lugar de su sepultura se erigió una basílica y, más tarde, la abadía de San Denis. Se le considera un poderoso intercesor contra los dolores de cabeza. Una leyenda popular sobre su muerte cuenta que un soldado romano lo golpeó con una espada y lo decapitó. Increíblemente, tras su muerte, San Dionisio se levantó de pie y cogió su cabeza. Luego, siguió caminando durante un tiempo, predicando un sermón sobre el arrepentimiento.
San Egidio
El 1 de Septiembre se se conmemora a San Egidio. Procedente de Atenas, San Egidio pasó la mayor parte de su vida eremítica en Francia, donde se le conoce como San Gilles. Se estableció en Provenza, viviendo en una cueva en compañía de una cierva que le alimentaba con su leche. Su vida dio un giro importante cuando, al intentar rescatar al animal de una partida de caza, recibió un fuerte flechazo que le dejó inválido. El accidente fue provocado por un rey visigodo, quien, impresionado por la lealtad mostrada por Egidio, como acto de penitencia decidió donar el terreno en el que se construiría el monasterio del ermitaño.
La fama de San Egidio creció tras este acontecimiento, y fue llamado a la corte francesa, muy probablemente por el rey Carlomagno. A partir de entonces, su fama de taumaturgo se extendió por toda Europa. Se le invocaba contra el pánico y la locura.
San Erasmo
San Erasmo de Formia, también conocido como San Elmo, fue obispo de Antioquía y mártir. Durante las persecuciones contra los cristianos, San Erasmo buscó refugio en una cueva durante siete años. Cuando fue descubierto y encarcelado por negarse a sacrificar a ídolos paganos, fue liberado milagrosamente. San Erasmo es venerado como protector de los torneros, probablemente en relación con el hecho de que le extrajeran los intestinos con un instrumento de tortura parecido a un torno de alfarero. Su figura se asocia también a la protección contra las enfermedades viscerales y las parturientas. El término “Rasmo” o “Dolor de San Erasmo” se utilizaba en el antiguo latín para indicar el dolor de vientre, por lo que se invoca al santo contra tales aflicciones. Además, se le invocaba especialmente contra las epidemias.
Santos Mártires: sacrificar la propia vida en el nombre de Dios
Los Santos Mártires son hombres y mujeres, a menudo muy jóvenes, que sacrificaron su vida por el amor de Dios…
San Eustaquio
San Eustaquio, vivido entre los siglos I y II, fue conocido inicialmente como magister equitum bajo el nombre de Placidus durante el reinado de los emperadores Tito y Trajano. Descrito como una figura generosa y atenta a los más necesitados, su vida dio un giro crucial cuando se convirtió al cristianismo. Su conversión se produjo tras avistar un majestuoso ciervo con una cruz entre sus cuernos, que se le manifestó como Cristo, el Salvador del mundo. Profundamente conmovido por esta visión, pidió ser bautizado y adoptó el nombre de Eustaquio. Sin embargo, su fe le llevó a él y a su familia a una trágica condena. San Eustaquio, junto con su mujer y sus hijos, fue encerrado en un toro de hierro y colocado sobre brasas ardientes a causa de su fe cristiana. Los cuatro murieron quemados en su interior. La memoria de San Eustaquio se celebra el 20 de septiembre, y su culto se asocia a su intercesión contra los peligros del fuego.
San Jorge
San Jorge fue un soldado romano y posteriormente mártir cristiano que vivió en el siglo IV d.C.. La leyenda más conocida asociada a San Jorge cuenta su valeroso acto de matar a un dragón que aterrorizaba la región. El dragón vivía en el estanque de Silena, en Libia, y con su aliento letal mataba a cualquiera que se cruzara en su camino. San Jorge intervino, salvando a la joven hija del rey, que había sido ofrecida en sacrificio al dragón.
El culto a San Jorge está muy arraigado y su figura se invoca contra diversos peligros. Tradicionalmente, su nombre se ha invocado contra las serpientes venenosas, la peste, la lepra y la sífilis. En los países eslavos también se la invocaba como protector contra las brujas.
La leyenda de San Jorge y el dragón
Con el tiempo, la leyenda de San Jorge y el dragón se ha convertido en una parábola de la lucha entre el bien y el mal.
Santa Margarita de Antioquía
Margarita, también conocida como Marina, fue una joven cristiana que vivió en Antioquía de Pisidia en el siglo III d.C..
Nacida de padre sacerdote pagano, Margarita fue confiada a una niñera que practicó el cristianismo clandestinamente durante la persecución de Diocleciano. Ella se negó a ceder ante el prefecto Ollarius, tras haber consagrado su virginidad a Dios. El prefecto, humillado, la denunció como cristiana. Margarita fue encarcelada y en su celda recibió la visita del diablo, que se manifestó en forma de dragón e intentó engullirla. Armada con la cruz, venció al demonio desgarrándole el vientre y salió victoriosa. Este episodio es la base de su invocación para obtener un parto fácil.

San Pantaleón
Pantaleón, nacido en la segunda mitad del siglo III en Nicomedia, en la actual Turquía, emprendió la profesión médica y más tarde fue objeto de persecución por parte del emperador de Constantinopla Galerio a causa de su adhesión a la fe cristiana. En 305, fue condenado a muerte de forma atroz: le clavaron los brazos a la cabeza, que el verdugo cortó más tarde. San Pantaleón es venerado como patrón de los médicos, junto con los santos Cosme y Damián, y de las comadronas. Se le invoca contra las enfermedades de tuberculosis.

San Vito
San Vito, también conocido como San Vito de Lucania, fue un joven cristiano que sufrió el martirio en el año 303 durante la gran persecución ordenada por el emperador Diocleciano. Su memoria litúrgica se celebra el 15 de junio. Nacido en Sicilia, de padre pagano, pasó siete años en prisión a causa de su fe cristiana. Se le invocaba para alejar el letargo, la mordedura de bestias venenosas o hidrófobas y la “danza de San Vito”. Según la leyenda, Vito, cuando aún era un niño, curó al hijo de Diocleciano, de su misma edad, que padecía epilepsia.