El 22 de mayo se celebra Santa Julia, patrona de Córcega y Livorno. Nacida noble, vivió como esclava y murió mártir sufriendo la crucifixión
La historia de Santa Julia Mártir es poco conocida, ya que aparece en pocos textos hagiográficos y documentos biográficos como la Leyenda áurea de Santiago de la Vorágine, que en cambio nos han transmitido las historias humanas y religiosas de muchos otros santos mártires. La poca información que tenemos sobre ella procede de una Pasión de finales de la Edad Media y de antiguos cronistas que dejaron testimonios, en su mayoría orales, de su vida y martirio. Es interesante señalar que las versiones de la historia de Santa Julia difieren en varios puntos fundamentales. En particular, veremos cómo la versión oral, derivada de los relatos de cronistas que vivieron y trabajaron en Córcega, isla de la que la santa es patrona, está mucho más vinculada a elementos y lugares característicos de la misma isla.
Más allá de las distintas tradiciones vinculadas a ella, se celebran grandes fiestas y procesiones en su honor tanto en Córcega como en Livorno, ciudad que goza del mismo patronazgo. Sus reliquias se conservan en parte en Córcega, en Nonza, en parte en Livorno, donde se llevan en procesión el 22 de mayo, cuando se celebra la fiesta de Santa Julia, y en parte en Brescia, donde fueron trasladadas a instancias de Ansa, esposa del rey lombardo Desiderio, a un monasterio que más tarde tomó el nombre de la Santa.
La Passio de Santa Julia
Las Pasiones (Passio) de los santos son relatos sobre la vida de mártires cristianos que a menudo sólo se transmitían de boca en boca y que mezclaban, sin demasiadas pretensiones de veracidad, hechos históricos con sucesos inventados, pero impregnados de devoción e intenciones edificantes. Según la Passio a ella dedicada, Santa Julia procedía de Cartago, donde su familia era rica y de alto rango. A causa de la ruina que afectó a sus parientes, Julia se convirtió en esclava y fue comprada por Eusebio, un rico mercader sirio, que quedó seducido por su gracia y compostura, y la quiso con él en sus viajes alrededor del mundo. Sucedió que el barco de Eusebio naufragó precisamente en Córcega, donde en aquel tiempo reinaba el cruel gobernador Félix. También él quedó prendado de la belleza y dulzura de la esclava, y primero intentó comprársela a Eusebio, y luego, ante el rechazo de éste, urdió una estratagema para apoderarse de ella. Una noche en que el mercader estaba borracho, hizo llamar a Julia y le prometió que la liberaría si aceptaba honrar a Júpiter e inmolar sacrificios a los dioses paganos. Julia se resistió con firmes y repetidos rechazos, y tras mucho insistir, Félix ordenó que primero le arrancaran el pelo, luego la hizo flagelar y finalmente la crucificó.
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La versión oral cuenta la historia de Santa Julia de Córcega trasladando aquí sus orígenes. La santa habría nacido en Nonza, un pequeño pueblo cerca de Cap Corse, en el noreste de la isla. Ciudadana romana convertida al Cristianismo, fue víctima de las feroces persecuciones desatadas contra los cristianos por Decio primero y Diocleciano después, al negarse a honrar a las divinidades paganas junto con las demás matronas. En esta versión de la historia, Julia, como ciudadana romana, no podía ser crucificada, sino decapitada o asesinada con un golpe de espada.
Otra versión del martirio cuenta, en cambio, que fue crucificada de todos modos, como el Cristo que tanto amaba, después de que le fueron arrancados los senos. En el lugar donde fueron arrojados los senos de Santa Julia, al pie de un peñasco, cerca de Nonza, brotó milagrosamente un manantial de agua caliente. Aún hoy en día, el lugar es conmemorado por una capilla.

El monasterio de Santa Julia en Brescia
En cuanto a la devoción a la santa en la ciudad de Brescia, se demuestra por la presencia del Monasterio de Santa Julia situado en Via dei Musei. Originalmente, el monasterio estaba consagrado a San Salvador. Erigido en 753 d.C. por el futuro rey lombardo Desiderio y su esposa Ansa, como ‘regalo’ a su hija Anselperga, que se convirtió en abadesa, fue un centro de gran comercio y un lugar donde se reunían inmensas riquezas. Aquí también se trajeron las reliquias de Santa Julia, las de Santa Sofía y sus hijas Pistis, Elpis y Ágape, y las de otros santos famosos.

Incluso bajo los Carolingios, el lugar de culto conservó sus privilegios y siguió ejerciendo un fuerte poder económico y secular. Se dice que fue en este monasterio donde Ermengarda, hija de Desiderio, lloró tras ser renegada por Carlomagno al no poder darle un heredero.
Convertido en cuartel de caballería durante el descenso de Napoleón a Italia, perdió todas sus posesiones y vivió un largo periodo de decadencia y abandono hasta 1882, cuando se transformó en el Museo de la Edad Cristiana. En 1966, el ayuntamiento de Brescia inició la renovación arquitectónica del edificio.
